Falta castigar a los culpables
Se reconocerán actos de tortura contra Martha Camacho, quien fue miembro de la Liga 23 de Septiembre
Domingo 22 de septiembre de 2019, p. 11
Este lunes 23 de septiembre el Estado mexicano ofrecerá disculpas a Martha Alicia Camacho Loaiza por haberla sometido a actos de tortura y desaparición forzada hace 42 años. Pero por muy importante que sea este acto oficial de contrición, para ella significa apenas el inicio de una nueva etapa en su lucha personal para alcanzar la justicia. Es una pequeña luz, dice, que puede abrir nuevas puertas.
La de esta mujer originaria de Sinaloa no es una historia cualquiera: con apenas 21 años de edad, decidió unirse a la Liga Comunista 23 de Septiembre luego de haber atestiguado la explotación en que vivían muchos trabajadores del campo.
Esa revelación la conmovió más allá de lo que puede explicar. Dejó la vida relativamente cómoda que llevaba hasta entonces y se sumó a la lucha armada junto con su esposo, José Manuel Alapizco Lizárraga.
Ambos fueron detenidos el 19 de agosto de 1977 en Culiacán, Sinaloa, por soldados, policías estatales y agentes de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS). Aunque fue torturada por 49 días, presenció la ejecución de su esposo y fue obligada a dar a luz en condiciones infrahumanas, recuperó la libertad luego de que su familia pagó un rescate. Pocas personas como ella han logrado regresar de la muerte.
Hoy, luego de un tortuoso proceso legal que tardó varios años, Martha Alicia consiguió que el Estado mexicano aceptara que ella y su compañero fueron víctimas de graves violaciones a sus derechos humanos –delitos que son imprescriptibles–, y por ende deben ponerse en marcha varias medidas de satisfacción para reparar el daño sufrido.
Punta de lanza
Asegura que las disculpas que el Estado mexicano le dará este lunes en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, en voz de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, son sólo parte de un camino (que no ha terminado) de búsqueda de justicia para ella, su esposo José Manuel (cuyo cuerpo no ha sido encontrado hasta ahora) y todas las víctimas de crímenes de Estado.
–Después de todo este camino recorrido, ¿qué significado tienen para usted las disculpas?
–Han transcurrido más de 40 años, 42 en mi caso, y para mí las disculpas tienen gran significado, porque es la primera vez que el Estado mexicano va a reconocer lo que pasó. Y si reconoce este caso va a tener que continuar. Que este caso sea la punta de lanza para que vengan las disculpas en todos los casos.
“Por allí un compañero me dijo: ‘¿Una disculpa va a revivir a tu marido?, ¿te va a quitar el dolor que has vivido?’ Pues no, pero es una luz de esperanza muy significativa, porque hemos pasado por diferentes gobiernos y nunca se había hecho esto; creo que sí es un gran avance. Podría decirse que es poco, pero es una pequeña parte de la justicia transicional.
–¿Qué diferencias ve entre las desapariciones de décadas pasadas y las de hoy?
–Durante todo este tiempo nunca ha terminado la represión por parte del Estado hacia diferentes agrupaciones; es algo que el Estado ha permitido que crezca hoy, y hay datos de que andamos por los 50 mil desaparecidos. Pero estoy plenamente segura de que la cifra se rebasa con mucho, porque ahora el Estado tiene la justificación de que las víctimas ‘tenían vínculos con la delincuencia organizada’.
–¿Qué tan lejos o cerca está la justicia en el caso de usted y de su esposo?
–Quiero creer que esto es una pequeña luz, donde posiblemente se inicia una puerta que nos permita reconocer no sólo lo que me pasó a mí. La disculpa tiene que extenderse a todas las madres y las familias que aún continuamos en la lucha sin que se haya podido encarcelar a nadie.
“En todo lo que pasó no sólo estuvo la DFS, también estuvo el Ejército, y me gustaría cederles un poco de mi tiempo (en la ceremonia del lunes) a ellos y que se disculpen por las aberrantes violaciones que cometieron. Para mí, ésa sería la cereza del pastel.
–Más que ser un final, ¿las disculpas son el punto de partida para algo mayor?
–¡Claro! Nos hacen falta muchísimas cosas, y la principal es la justicia y que se castigue a los culpables. Yo no doy ninguna amnistía ni perdón, porque ellos no tuvieron la más mínima misericordia para llevarnos a un nivel más abajo del suelo y denigrarnos como seres humanos.
–¿Qué piensa de la polémica reciente por las declaraciones del historiador Pedro Salmerón, quien calificó de valientes
a los jóvenes guerrilleros que secuestraron al empresario Eugenio Garza Sada?
–Me parece bien lo que dijo, y me hubiera gustado que dijera que además de valientes éramos personas inteligentes, que hacíamos círculos de lectura para discutir teorías filosóficas que habían triunfado en otros países. Éramos un grupo de jóvenes idealistas contra un monstruo, un sistema, un Ejército bien armado, y no hay punto de comparación.
–¿El Ejército sigue siendo un poder por encima de las instituciones?
–La Sedena es intocable, por eso queremos que abran sus expedientes. No dejemos que las madres de los desaparecidos se mueran sin antes saber que el Estado reconoce su responsabilidad y ofrece una disculpa. Sigo esperando justicia y esto no me va a atar: al contrario, con más ganas voy a exigir justicia. Esto apenas inicia.