a sección TIFF Docs suele reunir una estupenda muestra de documentales, algunos de ellos estremecedores. Ese es el caso de Colectiv, del rumano Alexander Nanau, que se refiere a los sucesos después de una tragedia en Bucarest: en el centro nocturno epónimo, un incendio en 2015 acaba con la vida de 27 personas –la mayoría jóvenes que asistían a un concierto de death metal– y hiere a otras 300. Pronto se revela que el lugar carecía de salidas de emergencia y el gobierno en turno es derrocado. Lo siguiente es aún peor: por malos cuidados en los hospitales capitalinos, docenas mueren en los días posteriores.
En un caso verdadero de periodismo de investigación, el reportero Catalin Tolontan encabeza a un equipo –de un diario deportivo, nada menos– que descubre la infestación de dichos hospitales por bacterias nocivas. Los pacientes del incendio fallecieron infectados por esas condiciones insalubres. Además, se revela que la compañía farmacéutica Hexa-Pharma vendía a todos los hospitales dosis diluidas de desinfectantes. Esa es apenas la punta de un iceberg gigante de corrupción y mala administración (¿algo les suena familiar?).
Tras el cese de dos ministros de Salud, el puesto es ocupado por el bienintencionado Vlad Voiculescu, otrora activista de los derechos de los pacientes. El nuevo funcionario se muestra impotente para llegar a una solución, pues cada hebra de la investigación revela otra capa de corruptelas y coimas. El hombre sólo puede admitir que el sistema está podrido desde sus raíces. Pero su cargo es efímero. En las nuevas elecciones ganan los socialdemócratas y todo corre el peligro de seguir sin cambio.
La cámara de Nanau sigue esa investigación periodística dejando en claro que los reporteros son los héroes. También enfoca a algunos de los familiares de las víctimas con la necesaria compasión y nada de morbo. Un documental ejemplar.
De naturaleza totalmente diferente es el documental estadunidense The Capote Tapes (Las cintas de Capote), del debutante Ebs Burnough. Resulta que, a raíz de la muerte de Truman Capote en 1984, el periodista George Plimpton condujo varias entrevistas con sus amigos más cercanos y esas declaraciones conducen el desarrollo de la película. Con material gráfico y pietaje poco visto, Burnough ilustra una ocurrente exploración de la personalidad del célebre escritor, una figura que evidenció su condición gay antes de que fuera comúnmente aceptada y se volvió parte esencial de la aristocracia neoyorquina, de la que hizo escarnio en los fragmentos publicados de Answered Prayers, su libro perdido.
El documental concluye que Capote se identificaba más con la gente común, como lo fue él mismo en su infancia sureña, y por ello A sangre fría es su mejor creación. Y que sus años finales dejó de escribir por navegar en el jetset neoyorquino, sus constantes apariciones televisivas (en algunas de las cuales hizo aparente su estado de ebriedad) y su afición a las sustancias prohibidas. Aunque uno tenga un interés somero en la vida y obra del escritor, The Capote Tapes resulta fascinante.
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