Sentado, con un chaleco antibalas de policía, el uniforme reglamentario y los brazos extendidos sobre la mesa, pero con las palmas abiertas hacia abajo, Mauricio N, El Mawicho, escuchó atento las imputaciones que el agente del Ministerio Público hizo en su contra como coautor material de la doble ejecución de los israelíes en Plaza Artz.

Un juez de control consideró suficientes los datos de prueba para vincularlo a proceso por homicidio calificado, que cometió con alevosía y ventaja, pena que es de 20 a 50 años de prisión.

En la audiencia inicial se supo que también es conocido como El Mauri, que una denuncia anónima lo ubicó como narcomenudista en Azcapotzalco, tiene tatuajes en los brazos y otro en el pecho en el que se lee Álvarez.

El Mawicho y Esperanza N, la mujer detenida el día de la ejecución, se registraron en el restaurante con el apellido Hernández, ocuparon la mesa 12, pero luego pidieron que los cambiaran a la 83, que estaba en la terraza. Llamaron la atención porque no tenían el perfil económico de los comensales que acuden, dijo una recepcionista. Antes, la mujer que estaba en la mesa con los israelíes ubicada como La Güera, fumaba, hablaba por teléfono y dijo: Están por llegar estas personas, declaró un ayudante de mesero. Las autoridades la consideran como una tercera persona implicada.

El Mawicho, de 23 años –y a quien el cártel Jalisco Nueva Generación pagó 10 mil pesos por el crimen–, decidió a través de su defensa de oficio no pedir la duplicidad del término legal para que se definiera su situación jurídica, sólo pidió al juez Joel de Jesús Garduño que le dejaran hacer una llamada telefónica a su familia.

El juez dictó la prisión preventiva oficiosa, por lo que seguirá en el Reclusorio Oriente y fijó tres meses para el término de la investigación complementaria.

Aunque el imputado estuvo atento a la audiencia no paraba de levantar los pies y su cuerpo se mecía con repetidos movimientos de cabeza hacía los lados, como si tuviera engarrotado el cuello, luego cambiaba de postura. Bostezó cuando la audiencia llevaba una hora de haber comenzado y dos minutos antes de que el juez le preguntara si le había quedado clara la imputación del delito.

Respondió con un sí, a secas, y no dejaba de asentir con la cabeza cuando escuchaba el relato, como si en su mente recreara los hechos, cuando Benjamín Yeshurun Sutchi de 44 años, recibió nueve impactos de bala 9 milímetros en una oreja, mandíbula, dorso, un dedo de la mano derecha, hombro izquierdo y región lumbar, mientras Alon Azulay, de 40, tuvo tres impactos del mismo calibre.

Se evalúa traslado a penal de máxima seguridad

La secretaria de Gobierno, Rosa Icela Rodríguez, dijo que las autoridades penitenciarias federales y de la capital evalúan su traslado a un penal de máxima seguridad.

En tanto, el secretario de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta Martínez, afirmó que siempre un penal de máxima seguridad es mejor para una persona que implica un riesgo por su influencia o eventuales ataques en su contra.