ace menos de 10 días se publicaron los datos de julio sobre la evolución económica de la industria de nuestros vecinos. Sin duda se registra una retracción, menos –lo veremos en algún momento– la de alta tecnología. Sí. Pero, en general, acumula siete meses de descenso. A partir de enero de este año no sólo dejó de crecer, sino empezó a bajar en relación con el mayor nivel registrado recientemente, diciembre 2018. Por cierto, ese mes apenas superó en 4 por ciento al anterior valor máximo de diciembre de 2014. Y no más de cinco por ciento al máximo previo a la crisis, en diciembre de 2007.
Sí. Por increíble que parezca, en 12 años la industria vecina sólo creció cinco por ciento, mucho menos de medio punto porcentual al año. Ciclos de negocios. Ciclos de economía. Y si –como hacen algunos analistas oficiales del vecino país– excluimos a las industrias de alta tecnología y a la industria automotriz, el crecimiento es más pobre. No más de tres por ciento.
No hay que olvidar –como insisten múltiples teóricos– que la economía va y viene. Se mueve en ciclos. Pero sigamos un poco nuestra observación del comportamiento de la industria vecina y notemos –a decir de los datos– que desde julio de 2018 ya se empezaron a reconocer tasas anuales de crecimiento cada vez menores. Punto de inflexión del crecimiento industrial. En consecuencia, la capacidad industrial ociosa se empezó a incrementar. Incluso, un poco más rápidamente de lo que descendía el nivel de producción industrial. En julio fue de 23 por ciento. ¿Por qué? Porque no se ha detenido la instalación de capacidad industrial, característica económica que –en todo el mundo– respalda un comportamiento virtuoso de las inversiones. ¿Cuál? El del incremento de la rentabilidad, evaluada como la capacidad de generar excedentes que en términos relativos a esa capacidad industrial instalada son crecientes. Pero también con efectos negativos, cuando la producción industrial crece a ritmos menores o incluso desciende en relación con la capacidad instalada.
¿Qué sucede en ese caso? Pues lo que acontece hoy: que la rentabilidad empieza a crecer más lentamente e incluso a descender. Huelga decir que la caracterización de ese fenómeno ha sido ampliamente discutida. Es una característica ineludible de la marcha de las economías, justamente porque el salto de la producción a la comercialización es –decía Marx– un salto al vacío.
Estos últimos datos de la industria son una pequeña muestra del contexto en que se mueve la economía de México. No son los únicos determinantes, pero ejercen mucha influencia. Así, mientras ellos no logren modificar ese comportamiento industrial descendente nosotros no lograremos una sólida dinámica económica. Hay que decir –en descargo al comportamiento de nuestros vecinos– que han logrado bajar su tasa general de desempleo de 10 por ciento registrado a principios de 2010 a 3.7 en julio pasado. Sin embargo, todavía el promedio de semanas que dura un estadunidense para regresar a un empleo sigue siendo muy alto. Casi 20 semanas, ya no las 40 que, en promedio, tardaba. Hoy, menos. Pero todavía mucho: cinco meses. Sin duda.
NB. Hace un año se nos fue Huberto Batis. Dios lo bendiga y a nosotros sin él.