n diciembre de 2014 el entonces presidente estadunidense Barack Obama intentó descongelar las relaciones diplomáticas con Cuba y anunció que pondremos fin a un enfoque caduco que, durante décadas, ha fracasado en hacer avanzar nuestros intereses; son los cambios más significativos en nuestra política en más de 50 años. Sin embargo, dejó a un lado lo fundamental: el fin del ilegal cuan brutal bloqueo a la isla que se ha prolongado por más de medio siglo.

Pero más tardó Obama en intentar poner en práctica su plan que Donald Trump en echarlo abajo y retornar a las prácticas más oscuras. De hecho, el salvaje de la Casa Blanca pisó el acelerador a fondo en contra de la mayor de las Antillas y complicó, aún más, la de por sí endeble relación bilateral.

Como sucede desde el triunfo revolucionario de 1959, Cuba no se deja intimidar y, contra viento y marea, sigue adelante. ¿Cómo va la economía isleña? La Comisión Económica para América Latina y el Caribe ofrece un paseo temático. Va, pues.

En el marco del nuevo giro de su política hacia Cuba puesto en marcha desde finales de 2017, el gobierno de Trump ha endurecido las condiciones del bloqueo económico y comercial que mantiene desde 1962. A lo largo de 2018 amplió el número de entidades dentro de la lista restringida con las cuales las personas y empresas sujetas a jurisdicción estadunidense no pueden realizar negocios ni transacciones financieras.

En abril de 2019 Trump anunció que por primera vez desde su promulgación en 1996 se aplicaría el título III de la Ley Helms-Burton, lo que dificulta significativamente las perspectivas de atraer inversión extranjera directa hacia la isla. Además, drásticas restricciones tanto a las oportunidades de viaje de estadunidenses a Cuba como a los montos que se pueden enviar por concepto de remesas, que no han de exceder mil dólares trimestrales. Los principales inversionistas extranjeros en Cuba, entre los que destacan el Canadá y la Unión Europea, rechazaron enérgicamente la disposición y anunciaron que utilizarían todas las medidas a su alcance para evitar su aplicación.

En abril de 2019 culminó el proceso de reforma constitucional iniciado en 2018. En lo político, las modificaciones separan las funciones de la jefatura de Estado, que serán responsabilidad del Presidente, y de la jefatura de Gobierno, que recaerán en el Primer Ministro. En lo económico, la reforma constitucional codifica el reconocimiento de la propiedad privada, así como de las formas de gestión no estatales. Además, la centralidad de la inversión extranjera directa en el desarrollo de la economía.

Ante el complejo escenario del sector externo, la Cepal estima que en 2019 la actividad económica cubana se mantendrá en un nivel similar al de 2018 en términos reales. Pese a las mejores perspectivas para las exportaciones de bienes, los retos enfrentados por las exportaciones de servicios permiten suponer que 2019 cerrará con un deterioro en el saldo del sector externo. El presupuesto para 2019 proyecta un déficit cercano a 6 por ciento del PIB.

En el marco del plan económico para 2019, las autoridades cubanas proyectaron un crecimiento cercano a uno por ciento sobre la base del aumento en las manufacturas, así como los sectores vinculados al turismo. Sin embargo, ante los efectos del recrudecimiento del bloqueo impuesto por Estados Unidos sobre los flujos de turismo, la materialización de proyectos financiados por inversión extranjera directa, la formación de capital de los sectores no estatales de la economía y la disponibilidad de insumos para el proceso productivo, la Cepal proyecta una tasa de crecimiento entorno a 0.5 por ciento. En el último cuatrienio la tasa anual promedio de crecimiento económico de la isla ha sido cercana a 2 por ciento.

Las rebanadas del pastel

La industria de las tijeras está feliz, porque, un día sí y el siguiente también, los videntes financieros recortan el crecimiento económico. Y a eso se han dedicado los últimos 36 años.

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