Miércoles 24 de julio de 2019, p. 38
México es uno de los países de América Latina en donde la población justifica más el uso de la violencia, ya que casi una tercera parte de sus habitantes la considera como la mejor forma –e incluso la única– de resolver sus diferencias, de acuerdo con el estudio Tendencias de honestidad en Latinoamérica 2019.
El análisis, elaborado por la organización promotora de integridad empresarial Amitai, reveló que México –junto con Bolivia– es una de las naciones del subcontinente en donde existe una mayor naturalización de la violencia, pues 32 por ciento de sus pobladores consideran aceptable recurrir a ella.
En México somos más violentos que en otros países de la región, porque consideramos que la violencia no es el último recurso para resolver nuestras diferencias, sino el mejor o incluso el único. Basta con ver lo que pasó en un estacionamiento (en Veracruz), donde un hombre le enterró un cuchillo a otro en el ojo por un lugar (de estacionamiento)
, indicó Fernando Sentíes, presidente de Amitai.
Aunque el indicador de justificación de la violencia bajó en México de 35 por ciento en 2017 a 32 en 2018, sigue siendo el nivel más alto de toda la región y se ha agravado por diversos factores, entre ellos que el Estado no ha sabido cumplir con una de sus obligaciones elementales, que es brindarle seguridad a toda la población, enfatizó el especialista.
De forma paradójica, en el país también existe un nivel significativo de aprobación de conceptos como la lealtad (32 por ciento), el respeto al orden social (20 por ciento) y la credibilidad (20 por ciento). Sin embargo, afirmó que estos datos no quieren decir necesariamente que en México imperan realmente dichos valores, sino que probablemente el país está menos mal en ese terreno de lo que se encuentran otras naciones latinoamericanas.
En lo que se refiere a otros aspectos del estudio, –elaborado con base en encuestas aplicadas en 10 países de la región– 14 por ciento de los habitantes de México justifica el robo; 13 por ciento, el soborno; 15 por ciento, el acoso sexual, y 21 por ciento, el fraude.
Para Sentíes, la existencia de castigos puede ayudar a desincentivar la tolerancia a las actitudes violentas o agresivas, pero para que ello funcione, antes debe existir consciencia de que se trata de comportamientos negativos, pues ya existe una gran naturalización de los mismos.