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Nosotros ya no somos los mismos

El debate entre candidatos priístas en Youtube // Ausencia de discusión ideológica // Así se vieron Lorena Piña, Ivonne Ortega y Alejandro Moreno

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▲ El debate por la presidencia del PRI entre Ivonne Ortega, Alejandro Moreno y Lorena Piña no superó las 18 mil 247 vistas en Youtube.Foto Cuartoscuro
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stoy frente a la pantalla de mi compu, buscando el canal por el que se transmitirá, dentro de unos momentos, el primer debate entre los candidatos a presidir el CEN de PRI. En lo que esto acontece comienzo a imaginar posibles escenarios. Formulo algunas elucubraciones al respecto y, tentado a la osada tarea de elaborar hipótesis de imposible corroboración o rechazo, me dedico a realizar una exit poll a la inversa: no pido a mis entrevistados una información a boca de jarro, saliendo de una casilla tras emitir su voto; por el contrario, les solicito me contesten, con antelación al evento que está por llevarse a cabo, no solamente qué opinión les merecen los participantes en esa controversia, sino cuáles piensan que serán las posturas que asumirán cada uno y, ya entrados en confidencias (y puede que en alguna infidencia), quién piensan que será el vencedor de la contienda.

Lo confieso: desde el inicio, mi modestísimo proyecto de investigación resultó nonato: la mayoría de los consultados me dijo que no tenía ni idea de ese acontecimiento. Los pocos que sabían no les interesaba echarse dos horas de un rollo totalmente previsible y varias veces escuchado. La excepción fueron dos o tres adictopriístas (de edad provecta, por supuesto), que se quedaron fijados en la época en que el PRI era el único gran gestor, el Ogro filantrópico que a sus padres había beneficiado o, cuando menos, los oía y los veía. Vayan unos numeritos que expliquen lo anterior: el PRI, en la elección federal pasada obtuvo tan sólo 7.6 millones de votos. Ahora, para su elección interna, enuncia como mínimo de sus militantes debidamente registrados un número inverso: 6.7 millones. Pues resulta que entre los tres candidatos, más el obvio arrastre a que obliga la nómina partidaria y los mirones obligados por cuestiones de trabajo y el inevitable Club de Masoquistas Anónimos (mucho más concurrido de lo supuesto), no se logró una audiencia en Youtube superior a 18 mil 247 vistas, de principio a fin del inteligente, ingenioso, informado, agudo y contrastante intercambio de ideas sobre un tema. La verdad sea dicha, del enfrentamiento ideológico-político nadie salió defraudado, por una simple pero innegable razón: su absoluta inexistencia. ¿Cómo puede haber debate sobre las cuestiones planteadas si cuando los participantes se referían al mismo tema uno decía ‘qué horas son’ y el otro contestaba ‘26 de julio’? A todos se les llenaba la boca con la palabra MILITANCIA, por cierto, el vocablo más pronunciado por los tres oradores, aunque ninguno se tomó la molestia de definirlo, acotarlo y dar un ejemplito. Hablaron de los sectores del partido y de los seccionales, pero ninguno se atrevió a mencionar el clientelismo, el amafiamiento y la delincuencia organizada que caracteriza a estas dos formas tradicionales y, por muchos años, rotundamente exitosas de afiliación: las organizaciones horizontales y verticales del PRI, grandioso sistema de amarre del que no se escapaba, ni en sus mejores momentos, el celebérrimo Guzmán Loera. Renuncio a los tentadores renglones que tanta satisfacción me producen, cuando escribo con mi seudónimo de El Duque de Otranto, personaje que junto a Barrios Gómez escribía las páginas de sociales más siniestras de la época de los ’50 y ’60. Me concreto a una brevísima descripción de los tres personajes participantes en el evento: ladies first, a) Lorena Piñón: alta, delgada, agradable, vestida como pupila de la JCFM, ofreciendo flores en mayo o junio, mes de la virgen, y hablando en nombre y representación de la juventud en cada momento. ¿Estará ella todavía en ese momento?

Doña Ivonne, una gran sorpresa: señora de la segunda edad (ahora en la flor de esa etapa), se nos presenta totalmente diferente a la foto aquella que ocasionó una viralidad inusitada, cuando después de saludar al candidato Peña Nieto se retira del estrado, pero la mirada de éste, asombrada y, digamos, inevitable, la acompaña hasta que la señora hace fade out.

Y al final, don Alejandro, vestido como para su graduación o su enlace matrimonial. Sus ademanes me recordaron, inevitablemente, el popularísimo baile del robot y también a los viejos oradores del Ateneo de la Juventud. Es articulado, tiene presencia, pero está sobrado. La gente quiere un líder, no un metrosexual. Faltan días, seguiremos neceando.

Twitter: @ortiztejeda