asi todo se ha dicho, casi todo está escrito sobre la erupción del descontento policial. Mucha más conflictividad obra escondida en los misterios de lo no estudiado por no haber llegado su momento, como la opinión militar que ya anda en las redes con expresiones perturbadoras que al brotar reiniciarán el conflicto reabriendo heridas de difícil sanación. Es mucho y grave lo ya emergido, pero vale precisarlo. Posiblemente unos referentes serían:
1. Desde hace más de un año los policías han sido vejados como corporación por el propio Presidente de la República, por su actual jefe Alfonso Durazo y por vocecitas que siempre cantan en el coro. Eso no se olvidará, quedó como estigma.
2. Pocos policías se rebelarán de manera manifiesta a su traslado a la Guardia Nacional (GN) pero la herida infringida quedó ya en las corporaciones. Los más se plegarán, aunque lo harán con un claro resentimiento.
3. A partir de su formalización como parte de la GN, se les ha acusado de todo, hasta de querer defender su salario, descansar tras el trabajo, poder dormir y comer como la gente, otra herida.
4. Se acusa a los policías de rebeldía, por exigir que el gobierno cumpla con el contrato mediante el que se formalizó que prestarían sus servicios con el carácter de policías sin fijar límite de tiempo. En la GN les ofrecen sólo dos años, ¿y después?
5. Como seres humanos habrán generado sentimientos propios de un ofendido. El problema es que esas pasiones vendrán a agravar el muy peliagudo problema de la consolidación en un cuerpo heterogéneo hermanando tres diferentes sicologías.
6. Ya es del discernimiento público que el ejercicio del mando será difícil en todos los escalones en que deban vivir y operar de manera conjunta a militares, navales y policías federales, ahora es más intenso, se despertaron nuevos recelos. Muchos de las tres fuerzas no aceptarán el verse mandados por elementos ajenos a su cuerpo. Sombrío legado para el general Bucio, otra herida.
7. El ejercicio del mando y el deber de obediencia tienen en las policías un carácter distinto a los propios de los ejércitos. En estos la regla es el respeto a la jerarquización, siempre esperan órdenes y siempre hay quien las dé. Parte de la explicación es que en las operaciones militares se actúa siempre en grupo y bajo un mando rígido e indiscutible. En las policías obra el convencimiento y la cohesión. Así en ellos la iniciativa es un modelo de individualismo. Los policías normalmente actúan por pares, de ahí la expresión mi pareja
que implica cohesión ante el deber, mutuo apoyo, hermandad y a veces complicidad.
8. Estas formas de entender el cumplimiento del deber cuyas diferencias se expresarán a diario podrían ser mal interpretadas como rebeldía.
9. Para mayor complejidad debe considerarse que en el ánimo de los policías están presentes sentimientos negativos hacia el propio Presidente que continúa con sus agravios grupales. Otra llaga. El secretario Durazo los ha acusado colectivamente, olvidándose que las responsabilidades son individuales.
10. Sentimiento no menor es que muchos de ellos desean seguir siendo policías federales, pero fuera de la GN. Es su vocación, su elevada pasión a la que han entregado años y en ella desean seguir sirviendo, aunque se advierta que es un anhelo incompatible con los designios del gobierno.
El propósito de estas líneas es destacar que lo neurálgico del problema, aunque se exprese en tres frases, es que no se puede exigir a ninguna de las partes, ejércitos o policías, que cedan un derecho. Las dos posiciones poseen legítimas razones para reclamar un trato equivalente en sus diferentes condiciones de servicio. Esto es: igualar lo inigualable.
En este texto no se intenta defender o justificar nada. Aquí no se han negado las corrupciones cometidas por miembros de la corporación. Las más graves, las más cuantiosas, se presentaron en sus mandos políticos y cuadros superiores sobre los que en siete meses no se ha planteado nada que no sean vagas alusiones, así las banderas del ataque a la corrupción e impunidad pierden sentido.
Pareciera que todos los males resultan de los simples policías y por ello es a ellos a los que se les persigue. A más de un año de que el Presidente hiciera público su conocimiento de corrupciones, nada ha hecho. Se indigna hasta ahora que las cosas se le descompusieron.
El gobierno convoca a ex presidentes como exorcistas, abre posibilidades de intromisión del crimen organizado, reitera que la Policía Federal es una entidad corrompida sin explicar entonces por qué es necesaria para la Guardia Nacional. Esto es error tras error, enojo y más enojo. ¡Qué sigue, apueste usted porque la controversia no ha terminado!