ace más de 30 años se impuso en el mundo una visión económica que privilegió el orden del mercado sobre el orden decidido por los estados nacionales. Esta revisión de las políticas económicas se fundó en una interpretación que se concibió a sí misma como la única manera de hacer economía: el pensamiento único. Durante cinco lustros de funcionamiento, pese a sus grandes deficiencias, esta corriente pretendió que no había ninguna otra posibilidad de comprender los fenómenos económicos. La crisis global de 2007-08 provocó que todo el edificio económico en el que se fundaba la gestión estatal y el análisis económico se derrumbara. Ante la magnitud de la crisis mundial, las ideas heterodoxas en economía fueron reconocidas de nuevo por su capacidad explicativa de lo que estaba ocurriendo.
Pese a esto, en numerosos ámbitos de gestión y formación económica los ortodoxos pronto actuaron como si nada hubiera pasado. Estos ortodoxos explicaron la crisis como derivada de excesos irracionales y de intervenciones estatales innecesarias. Insistiendo en sus anteriores formulaciones se planteó que las economías se recuperarían rápidamente y que pronto se superarían los niveles alcanzados antes del estallido de la burbuja financiera. En contraste, los heterodoxos señalaron que una recuperación rápida no iba a ocurrir. La realidad les dio la razón. Por eso, las previsiones económicas de los organismos financieros internacionales tuvieron que corregirse a la baja cada vez que se presentaban. Sin embargo, el pensamiento ortodoxo, autoproclamado como único, pretendía que su capacidad de comprensión de los fenómenos económicos se mantenía incólume.
Los centros de formación de los economistas del mundo mantuvieron sus planes de estudio como si nada hubiera pasado. En muchas revistas académicas, en las que debieran debatirse las diversas interpretaciones sobre las razones de la crisis y las dificultades de la recuperación se persistió en privilegiar las consideraciones del pensamiento económico dominante, suponiendo que la academia incorporaría los grandes temas en los trabajos de análisis económico que propondría para publicación. Los análisis econométricos, cuestionados severamente en sus fundamentos, tendrían que reconsiderar sus temas a partir de los trabajos empíricos que produjeran el relajamiento de algunos supuestos centrales. Esto no ocurrió.
En los medios de discusión académica global, y también en los mexicanos, lo que se publicó desde ese agosto de 2007 mantuvo esencialmente el mismo enfoque y el debate económico sobre los temas medulares siguió ausente. Un ejemplo de esto es El Trimestre Económico. A la llegada de una nueva dirección al Fondo de Cultura Económica, derivado del cambio ocurrido en el gobierno federal, se abrió la posibilidad de valorar lo que estaba haciéndose en El Trimestre Económico. Una nueva dirección colectiva en la revista hizo públicas sus intenciones de modificar la línea editorial y recuperar la intención de participar en el debate económico, alejándose de los procedimientos supuestamente científicos de la organización editorial de la revista. Una respuesta a este anunció fue la publicación de diversos desplegados en los que una parte de la profesión expresaba su rechazo al abandono de la línea editorial y al método de selección de artículos. Se exigió que la revista siguiera funcionando como si en el mundo no hubiera habido crisis, como si en México no la hubiera habido también y, además, no hubiera habido un cambio de gobierno. Por supuesto, la exigencia no fue considerada.
Hace unos días apareció el número 343 de El Trimestre Económico. Con este número la nueva conducción de la revista ha entregado a los lectores un ejemplar en el que el centro está en el debate de las ideas económicas prevalecientes y en la manera en la que estas ideas se han utilizado para conducir a la economía. Debate que involucra los fundamentos de la teoría del equilibrio general, así como de las consecuencias de la aplicación de las reformas de mercado en nuestro país y, en general, para resolver la gestión global de la economía. De esta manera El Trimestre Económico recupera su capacidad para ofrecer análisis que son relevantes para entender la situación actual.