Momento acojonante de la guerra civil expañola // La República, territorio de héroes // Ahora, la derecha impide exhumar restos de Franco
os siguientes renglones no pretenden ser un encore (repetición a petición del público) o un reprise petitte (repetición abreviada). Son simplemente una obligada respuesta al reclamo de un importante sector de la multitud que, en un tono afectuoso pero firme, me dice: A veces, cuando asumes el rol de memorioso, nos cuentas historias que emocionan; sin embargo, o el recordarlas y escribirlas te abruma, o ya los finales se te olvidan, porque de pronto haces unos cortes que uno no sabe a qué atenerse. Sobre esta última columneta, te pedimos que sin regatear emoción pero, con mayor claridad, nos des a conocer el desenlace, cualquiera que éste sea, de ese encuentro que relatas.
Vox populi ( sometimes), vox Dei.
Resumiendo lo resumido: domingo a mediodía. Como de costumbre, la hispana familia Peral (padre, mamá e hij@), se reunía con la mía para yantar ad libitum. Intempestivamente se incrustó en la reunión otro español, un pintor que comenzaba a hacer la América
y que, además, por fortuna, era de familia republicana y no era, por doble fortuna, de la familia Botín, los nuevos saqueadores de las riquezas nacionales ¿O qué no es esta familia la dueña del banco Santander que obtiene, de nuestros modestos ahorradores, muchísimas más utilidades que las recaudadas en España, su casa matriz?
Bueno, como era de esperarse, los ibéricos colonizaron la conversa en la que no sólo era imposible intervenir, sino en grandes tramos ni siquiera entender. Pero resulta que de pronto el pintor toca un tema clave, y la historia se nos viene encima: ¿Cuál fue, don José –le preguntó al viejo Peral– el momento más acojonante ( sic) que vivió usted durante la hazaña de la República? Recordé de golpe las maneritas que caracterizaron a Juan Carlos, el siempre beodo rey español de copas, depredador de la más bella fauna del continente africano y permanente responsable de los delitos de tráfico de influencias y conflictos o, mejor dicho, tsunamis, terremotos y maremotos de intereses, y entonces el exabrupto de mi amigo me resultó como una simple y usual intemperancia hispana.
A nuestros protegidos, los empujábamos al arroyo de la carretera y como última posibilidad de mantenerlos a salvo los milicianos nos echábamos sobre sus cuerpos para impedir que la metralla llegara a tocarlos, relata José Peral.Foto La Jornada
Éramos, contestó el viejo, unos cuantos chavalos a quienes nos encargaron proteger a un grupo de familias republicanas que necesitaban llegar a Francia e intentar ser aceptadas para salvar la vida. A pocos kilómetros de la frontera nos descubrió la aviación nazifascista. Los aviones en vuelos rasantes se empeñaban en no dejar a nadie con vida. Los milicianos, con unas pequeñas ametralladoras, corríamos entre los sembradíos para distraer a los artilleros enemigos y alejarlos del convoy civil. Cuando daban la vuelta y nos quedaban en la mira, a tiro por viaje, lográbamos un avioncito menos. A nuestros protegidos, los empujábamos al arroyo de la carretera y como última posibilidad de mantenerlos a salvo los milicianos nos echábamos sobre sus cuerpos para impedir que la metralla llegara a tocarlos: la República, en verdad, fue territorio de héroes.
En ese exacto momento, como un bramido, como un dolor que le surgía de los entresijos, el pintor se irguió o trató de erguirse y arrastrando el mantel y tirando botellas de La Rioja, intentó abrazar al viejo, pero cayó de rodillas y abrazado a su cintura le gritó: “Fue el domingo… del mes… como al mediodía, en el camino de… la frontera. Yo, yo era uno de esos niños a quienes ustedes salvaron la vida. Gracias infinitas por esta segunda oportunidad de existir”.
Sé que entienden a la perfección, la carga emocional que a todos nos abrumaba: Reíamos, festejábamos el mágico encuentro, cantábamos y nos asombrábamos, pero en el fondo quedaba un pellizco de conciencia: ¿y ahora qué?
Armando Tejeda, corresponsal de La Jornada en la capital española nos dice: La sección cuarta del Tribunal Supremo (cinco miembros) acordó la suspensión de la exhumación de los restos de Francisco Franco, que seguirán en el Valle de los Caídos.
Aunque esta fue una promesa hecha por el entonces candidato a la presidencia, el socialista Pedro Sánchez, las fuerzas de la derecha, con el firme apoyo de la Iglesia católica, impidieron el cumplimiento de lo que ordena la Ley de Memoria Histórica.
¿Se les ocurre alguna semejanza?
Twitter: @ortiztejeda