Adam
al vez el aspecto más sobresaliente de Adam (2018), segundo largometraje de la realizadora y guionista islandesa Maria Sólrún (Jorgo, 2004), sea la manera en que logra extraer de su propio hijo de 20 años, Magnus Marluson, una actuación memorable. En el homónimo papel protagónico, el actor caracteriza a un joven sordomudo –simpático seductor deportista– que comunica con mucha facilidad con vecinos y desconocidos, y que lejos de ensimismarse en su mundo interior, atraviesa en poco tiempo por una avalancha de emociones y conflictos existenciales que incluyen el enamoramiento con una joven extranjera, el trato difícil con un padre siempre ausente, y lo más delicado de todo, el compromiso moral contraído con su madre, quien padece un trastorno cerebral irreversible, de ayudarle a morir cuando su salud mental le impida valerse por sí misma.
Con apuntes muy breves, la narración alude al pasado de la madre, antigua cantante de rock alcohólica, reducida ahora a un silencio casi absoluto. Su hijo Adam mantiene viva, sin embargo, la vieja afición materna por el canto, irritando a sus vecinos con los discos de la madre a todo volumen que naturalmente él no puede escuchar, pero a los que no deja de rendir un tributo constante. Se trata de la emotiva comunicación imposible entre el hijo que no oye y apenas articula algunos sonidos, y la madre de quien ya sólo conserva el recuerdo de una petición de ayuda filial piadosa. Frente el desconcierto y el dolor de no poder cumplir cabalmente su promesa de dar un alivio letal a la madre enferma e inerte, el joven Adam ve frustrarse una y otra vez sus posibilidades de realización amorosa con la chica, la cual asiste, también perpleja y armada de una paciencia increíble, a un conflicto moral que entiende sólo a medias.
A la cinta se le podrían objetar, en el desarrollo de su trama, demasiados cabos sueltos. Sería difícil no entender, sin embargo, a qué otra estrategia narrativa podía recurrir la directora en su empeño de aludir a una incomunicación casi total de los personajes (hijo, madre, padre y novia) acentuada todavía más por la disfunción auditiva del protagonista. El logro es sobresaliente. Son pocas las ocasiones en que el cine ha logrado plasmar, con tanto acierto, toda la vitalidad de un hombre joven que desde su mundo de silencio puede comunicar tanta generosidad moral con una elocuencia semejante. Una de las películas más interesantes y emotivas de este foro.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. 12:00 y 17:30 horas.
Twitter: CarlosBonfil1