Opinión
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Ciudad perdida

Lucha contra burocracia y normas

H

ay luchas que se dan en los gobiernos, luchas que se libran en silencio, que no mueven el aplausómetro ni convocan reflectores, pero que son vitales para el buen funcionamiento de una administración. Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ha tenido que pelear una de esas batallas en la guerra contra el burocratismo y la excesiva normatividad que le han impedido cumplir, o cuando menos retrasado, algunos de sus proyectos.

Todas las normas que se construyeron eran una forma de impedir la corrupción, aparentemente, porque en realidad los obstáculos para otorgar, por ejemplo, permisos de uso de suelo sirvieron para aumentar los precios en el mercado de la corrupción. Para obtenerlos había que lograr acuerdos, casi siempre económicos, que derribaran los condicionamientos que ordenaba la burocracia y la normatividad.

Arrancar esa costra de corrupción no es fácil porque, entre otras cosas, se debe evitar el dolor social hasta donde se pueda. Tal vez por ello Claudia Sheinbaum optó por lanzarse por el camino legal, es decir, cambiar la ley para hacer más expedito, pero mucho más sano, cualquier proceso que involucre la decisión de gobierno en las compras, las obras y demás que se requiere para desarrollar la ciudad.

Y en esa decisión se han pasado horas y horas de estudio para sustentar los cambios requeridos. La jefa de Gobierno no es muy afecta a hablar de esto, pero el reclamo de la gente por ese aparente en la ciudad no pasa nada ni se hace nada merecía una explicación valiente, y decimos valiente porque su dicho puede ser usado para atacarla, y la mandataria está consciente de eso, pero se atreve.

Por eso, cuando habla de obra pública, advierte que ya, casi de un momento a otro, se empezarán a mirar en toda la ciudad los trabajos del gobierno y más. En la entrevista que concedió a La Jornada enlista los proyectos de obras que tendrá la ciudad. Por ejemplo, señala el norte como un destino para el crecimiento.

Explica el viacrucis que significó, por el exceso de burocracia y de normatividad, echar a andar el proyecto del teleférico (Cablebús) que se hará precisamente en el norte de la capital. También por aquellos rumbos el plan de crecimiento para la zona industrial de Vallejo hace buen signo para la mandataria.

Hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador explicó cómo la Constitución Política del país se había modificado para dar paso a la corrupción, y ahora la jefa de Gobierno, que está clara en que la ley alentó la corrupción, da un paso adelante y busca modificarla en un hecho de mano firme que se necesita en verdad para la Ciudad de México.

De pasadita

Las calles de esta ciudad sufrieron ayer la presión de un buen número de policías federales que decidieron hacer obvia la ineficiencia de su jefe: Alfonso Durazo, quien nunca pudo reunirse con ellos antes de que explotara su movimiento.

Pero aparte de ello estos policías, que en el pasado inmediato formaban parte de la Policía Militar, transformada en Policía Federal por Ernesto Zedillo, eran militares, por lo que no parece muy congruente que ahora se nieguen a formar parte de la Guardia Nacional.

Por eso es muy importante saber qué mano mece la cuna de la inconformidad. Desde siempre estos señores, que no gozan de mucha popularidad entre la población, saben a la perfección recibir y cumplir órdenes. Hoy la pregunta es fácil: ¿a quién pertenece la voz de mando? Aguas.