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Migrantes y ONG bajo fuego en Italia
I

talia y Europa viven otro momento de barbarie y debacle política a costa de los migrantes. Nuevamente lo protagoniza el viceprimer ministro italiano, Matteo Salvini, líder neofascista, xenófobo y soberanista. Envalentonado por su victoria en las elecciones europeas de mayo, cuando su partido, la Lega, más que duplicó su caudal electoral y se transformó en la primera fuerza política de Italia con 34 por ciento de los votos, el político no ha perdido ocasión para instrumentalizar y criminalizar la migración.

A las 2 de la madrugada del 28 de junio se consumó el capítulo más reciente de esta vergonzosa saga salviniana. El barco de la ONG holandesa Sea Watch 3, después de una odisea de 17 días en el mar Mediterráneo con 42 refugiados africanos a bordo, forzó el bloqueo impuesto por Salvini en el puerto de la isla de Lampedusa y cumplió con su misión humanitaria de rescate de vidas humanas.

Bajo el mando de la capitana Carola Rackete, ciudadana alemana de 32 años, el barco se abrió paso entre lanchas motorizadas de la Guardia di Finanza, una corporación policiaco-militar, y atracó invocando el estado de extrema necesidad. Desde hacía varios días las condiciones de vida en el barco se habían tornado insostenibles para la tripulación y los migrantes debido al calor extremo y la prolongación forzada e indefinida de su travesía en el mar. En condiciones semejantes, ha habido casos en que los migrantes intentan incluso suicidarse.

El atraco del barco de la ONG fue obstaculizado por una lancha de la policía, la cual, al interponerse a toda costa, creó las condiciones para un choque entre las embarcaciones que, efectivamente, se dio. Salvini quería la foto de la capitana capturada y esposada por la policía, y la tuvo. Mientras tanto, una decena de migrantes llegaban a la isla en balsa, pero nadie hablaba de ellos, así que no eran un buen gancho mediático para la sed de propaganda del político.

Al tocar tierra, Carola fue detenida entre los aplausos de quienes celebraban el valor de este gesto político y humanitario y los infames gritos racistas y misóginos en contra de ella y de los migrantes lanzados por simpatizantes de la Lega.

La ONG fue multada, el barco embargado y la ciudadana alemana fue acusada por la fiscalía de Agrigento (Sicilia) de resistencia contra navío de guerra y de intento de naufragio, cargos que prevén la reclusión por hasta 10 años.

El gobierno alemán recalcó que socorrer en alta mar no es un crimen, sino un deber humanitario, el Vaticano dijo que salvar vidas debe ser el norte que nos guía, lo demás no importa, y el ejecutivo francés denunció la violación del derecho del mar y soluciones no acordadas con los otros países. No aceptamos lecciones, fue la sola respuesta de Salvini.

El martes, el juez de investigaciones preliminares no convalidó el arresto y liberó a Carola, al reconocer su acción como cumplimiento del deber de salvar vidas humanas en el mar, pero Salvini insistió y prometió un decreto para expulsar a Carola del país por ser un peligro para la seguridad nacional (sic).

En apoyo de la capitana nació el movimiento # FreeCarola en la red y en las calles, abarrotadas por la marchas masivas del desfile del orgullo, que se han solidarizado con ella.

Aunque lo más importante es que los migrantes llegaron sanos y salvos y serán acogidos en la Unión Europea, el trofeo mediático que alza Salvini en nombre de la legalidad quedó pasmado en las imágenes de estos días.

Cada vez más la migración se vuelve moneda de cambio, un asunto de luchas de poder, dentro y fuera de Europa. Se resume en riñas políticas entre gobiernos, partidos y medios de comunicación que no pretenden encarar un fenómeno estructural, sino propagar discursos y acusaciones que refuerzan personalidades egocéntricas y consensos internos.

En medio de este fuego cruzado quedan migrantes y refugiados, así como las muy pocas organizaciones que siguen salvando vidas en el Mediterráneo ante el abandono o la represión de los Estados, los procesos penales que deben enfrentar y el peligro que reina en este mar, cementerio de derechos y de vidas humanas.

Salvini ha sido buen alumno de Donald Trump, pues presenta a la migración como un problema de seguridad y fomenta los crímenes de odio. Al hablar sin cesar en medios y redes sociales de improbables invasiones de clandestinos y al cerrar los puertos a barcos que llevan pocas decenas de personas, ha logrado con cinismo subir en las encuestas, marcar la agenda mediática con sus selfies cotidianas y crear falsas emergencias y miedos útiles a sus ambiciones.

Así es como puede aplacar el descontento social y remozar medidas neoliberales excluyentes a expensas de los más vulnerables: de los expulsados que sobreviven en el margen sistémico, diría la socióloga Saskia Sassen, quienes huyen de los campos de concentración de Libia, de conflictos armados o de crisis económicas gravísimas en las que el norte global tiene implicaciones históricas innegables.

Se trata de éxodos humanos que, en Europa como en Centro y Norteamérica, bajo la forma de mano de obra precarizada y desechable, acaban apuntalando el resquebrajado y desigual sistema global que los crea y los impulsa a desplazarse, buscando cualquier alternativa de sobrevivencia.

* Periodista italiano