Síndrome Carter
: ¿Trump evita una catástrofe con Irán por temor a perder su relección?
por siempre.Foto Ap
l demócrata Jimmy Carter y el republicano Daddy Bush, ex director de la CIA, no se pudieron relegir debido a que el primero fracasó con un operativo destartalado en Irán –Operación Garra de Águila, que intentó rescatar a 55 rehenes de Estados Unidos– y al segundo lo aniquiló la recesión.
Hoy Trump va viento en popa en los dos objetivos que se ha planteado para su relección: la migración y la economía.
Trump piensa ya en un tercer (sic) mandato (https://bit.ly/2L9Ll4H) cuando ha insinuado permanecer más en el poder si la gente se lo pide
y que, ahora sugiere, puede ser “por siempre (bit.ly/2KvdVOj)”.
Su obsesión, para no decir fijación sicológica, se centra en su relección, que bien pudo haber puesto en peligro con el síndrome Carter
, por lo que quizá Trump se haya retractado 10 minutos antes de las represalias al humillante derribo de un mega-dron de 220 millones de dólares (bit.ly/2XmIz2t).
La máxima presión
de Trump y su contrapartida de máxima resistencia
de Irán comportan también su exquisito cronograma estratégico. No solamente hubieran sido un desastre las represalias de Trump, con un Congreso reticente y el vacío del Pentágono sin un secretario aprobado, sino, más que nada, se hubieran adelantado con exagerada antelación a 17 meses de la crucial elección presidencial cuando el óptimo momento, dependiendo de otras variables en desarrollo, sería la sorpresa de octubre
de 2019.
A cada quien su teoría y su jerarquía geoestratégica sobre la insólita retractación de Trump.
Para la narrativa popular, que aboga The New York Times (nyti.ms/2WT1L3y), aunque ya se había adelantado dos días antes Zero Hedge (bit.ly/2XqfuTL), Tucker Carlson, el conductor estrella de Fox News, convenció a Trump de abjurar por estar cometiendo un error costoso
. ¡Ahora resulta que los conductores de los massmedia ya saben geoestrategia!
La justificación menos creíble es la que dio el mismo Trump: de que las represalias no serían proporcionales (sic)
y de estar preocupado por la probable muerte de 150 iraníes durante los bombardeos programados cuando justamente sus sanciones, que forman parte de una verdadera guerra económica
, han cobrado màs vidas persas en forma subrepticia.
Ante la legendaria resiliencia iraní, Trump puede perorar las bravatas que quiera cual su costumbre, como señaló en una entrevista a NBC: “No quiero una guerra con Irán, pero si ésta se produce habrá destrucciones nunca antes vistas (https://bit.ly/2RxCNWf)”.
A través de varios intermediarios –Oman, Qatar, Japón y Suiza– es probable que a Trump le haya llegado el mensaje que luego explayó el comandante iraní de que se abstuvieron “de derribar un avión espía con 35 personas a bordo que acompañaba al dron de Estados Unidos (bit.ly/2IS6IEA)”.
Nadie duda del inmenso daño material y humano que puede infligirTrump a Irán, que tampoco está manco y pudiera golpear severamente los intereses de Estados Unidos y sus aliados en la región, como asevera Richard Haass, director del influyente CFR (on.cfr.org/31LtCq9), lo cual, a mi juicio –como aduje antier a CNN desde Beirut (bit.ly/2IxCGXY)–, incendiaria toda la región (bit.ly/2Y62BLI) y dispararía el barril del crudo a niveles estratosféricos con una consecuente crisis económica global o, por lo menos, empinaría a Trump a una indeseable recesión que le pudiera costar su relección por siempre
.
Sin desear ir tan lejos, la primera guerra de Trump en Irán podría ser catalizador de la Tercera Guerra Mundial (bit.ly/2Rt9NyU).
A nivel de la seriedad geoestratégica, más allá de conductores influyentes y bravatas de cantina, a mi juicio, pesó mucho la advertencia del zar Vlady Putin, presidente de la máxima potencia militar del mundo (bit.ly/2CbHXjy), quien comentó que un ataque de Estados Unidos contra Irán sería catastrófico para la región como mínimo (¡mega-súper-sic!)
y escalaría las hostilidades con resultados impredecibles (bit.ly/2Y6Foc7).
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