La compra con sobrecosto de la inoperable empresa Agronitrogenados la realizaron dos filiales de segunda generación de PMI Comercio Internacional de Pemex: PMI Norteamérica, asentada en Houston, y PMI Infraestructura de Desarrollo, con sede en Holanda. Se pagaron 442 millones de dólares.

El Consejo de Administración de Petróleos Mexicanos (Pemex) sólo fue notificado cuando culminó la operación financiera.

Así quedó consignado en un documento al término de la sesión del 17 de diciembre de 2013: El Consejo de Administración tomó conocimiento del Informe sobre la inversión en una planta de fertilizantes, en los términos presentados, se asentó en el acuerdo CA-134/2013.

Las filiales de PMI Comercio Internacional que tienen su sede en el extranjero se rigen por las leyes mercantiles del lugar donde se establecen y, por tanto, quedan fuera de la fiscalización por las entidades de auditoría mexicanas y del gobierno de Pemex.

La compra de esa factoría se justificó como parte de las políticas del gobierno federal encabezado por Enrique Peña Nieto para incrementar la producción de fertilizantes, extender la superficie cultivable abonada con fórmulas químicas, aumentar la producción de granos básicos y abaratar los costos a los agricultores.

Propiedad de Altos Hornos de México, la planta en desuso –cuyo dueño original, Alonso Ancira, está preso en España como parte de las investigaciones del gobierno mexicano por cohecho– se presentó como necesaria por Emilio Lozoya, entonces director de Pemex, y por Édgar Torres (en ese momento su asesor y después director de Pemex Fertilizantes) para que la petrolera produjera fosfatados que completaran la cadena de valor de fertilizantes.

Fuentes cercanas a este caso excusaron que el Consejo de Administración no supo a detalle sobre la operación, pues sólo se le enteró al término de la sesión referida.

Explicaron que la mayoría de las reuniones tenían en la agenda documentos que no se circulaban hasta que llegaba el día de la sesión, si bien convinieron en que el monto de la operación para la compra hubiese requerido una revisión más detallada. Empero, insistieron, la dirección de Pemex se apegó a la normatividad de las empresas creadas a partir de PMI Comercio Internacional.

Pocas semanas después de concretase la operación surgieron las primeras informaciones sobre la parálisis de la fábrica y su evidente condición de chatarra. Sin embargo, Lozoya Austin siempre aseguró que ésta entraría inmediatamente en operación, lo que no ha ocurrido.

Las filiales de segunda generación con las que se hizo la adquisición son las mismas que arrastran otros casos de negocios malogrados para Pemex: la compra de floteles y la desinversión en la española Repsol.

PMI Norteamerica está vinculada a la adquisición del barco Cerro de la Pez en 2013 y que implicó una pérdida de mil 719.6 millones de pesos, según informes de la Comisión de Valores de Estados Unidos.

En el otro caso, un informe de Pemex expone que en 2014 se vendieron 104 millones 57 mil 57 acciones de la española Repsol de la mano PMI Holding B.V. y Pemex International España. Todos estos negocios se hicieron bajo la dirección de Lozoya Austin.