Hong Kong. El activista Joshua Wong, símbolo de la revolución de los paraguas, anunció ayer, tras salir de la cárcel, que pretende sumarse a la movilización en Hong Kong para mantener la presión contra el Ejecutivo, mientras Pekín reiteró su firme apoyo al gobierno local.

Cerca de 2 millones de manifestantes vestidos de negro salieron a la calle el domingo, según los organizadores, mientras policía dijo que eran poco más de 300 mil, para exigir la dimisión de la jefe del Ejecutivo, Carrie Lam, y la retirada de su proyecto de ley, actualmente suspendido, que autoriza las extradiciones a China.

Cientos de personas bloqueaban anoche una calle cerca de las oficinas de Lam para exigir un diálogo con las autoridades y la marcha atrás de las acusaciones de revuelta –que impone duras penas de prisión– contra manifestantes que enfrentaron a las fuerzas de seguridad el 12 de junio.

Stephen Lo, jefe de la policía, afirmó que sólo algunas personas tuvieron un comportamiento encuadrado en esa figura penal aquel día, en lo que parecía un retroceso respecto de las declaraciones de Lam sobre una revuelta organizada.

La ex colonia británica fue testigo estos dos últimos domingos de manifestaciones con una participación récord, así como de una protesta no autorizada el miércoles que desencadenó la peor represión policial desde que este territorio semiautónomo fue devuelto a Pekín en 1997.

En 2014 Wong, quien entonces tenía 17 años, se convirtió en una de las figuras más destacadas de la revolución de los paraguas.