Elecciones insólitas
as elecciones del pasado 2 de junio resultaron insólitas: hubo pocas impugnaciones y escasas denuncias en el ámbito federal (72), en la mitad no se confirmó la existencia de los hechos contenidos en éstas. Ninguno de los representantes de los partidos se puede alzar para reclamar la victoria de sus colores, ninguno es un claro perdedor, hubo varios casos de alternancia y un solo caso de carro completo. Aunque la participación fue escasa, los ciudadanos acudieron a las urnas con una sensación de seguridad, incluso en las comarcas donde sabemos que hay crimen organizado.
Fueron unas elecciones tranquilas y en paz, muy distintas de las elecciones mexicanas típicas. El partido en el gobierno federal obtuvo menos votos que el de su más cercano opositor en un estado y, en algunos casos, tuvo saldos negativos respecto de la elección del año pasado. La teoría de que estaba muriendo la pluralidad política está lejos de confirmarse.
¿A qué atribuir estos procesos atípicos? Al buen trabajo del Instituto Nacional Electoral; a la vigilancia rigurosa de centenares de agentes policiacos y ministerios públicos especializados desplegados por parte de la FGR a través de la Fiscalía Electoral y sus distintas delegaciones en los estados; a la coordinación con las fiscalías locales; a la colaboración de los gobernadores y de sus aparatos administrativos, y a la mesa de seguridad donde se reunieron más de nueve entidades federales para observar y vigilar durante meses los procesos.
Pero hubo un elemento clave, los gobiernos no interfirieron en los comicios, dejaron que las fuerzas políticas actuaran espontáneamente y encontraran sus propios equilibrios; y esa voluntad política de abstenerse no ha sido reconocida por la mayoría de los opinadores.
Hace muchos años Gabriel Zaíd dijo –en un célebre artículo– que en la democracia mexicana llegaría el día que el gobierno hiciera el esfuerzo titánico de no hacer nada. Las interferencias desde el Estado impedían que los procesos fueran auténticos y que la democracia surgiera en México. Creo que esto fue verdad hasta 2017 en las tristemente célebres elecciones del estado de México. Se ha producido un gran cambio y en forma asombrosa ha pasado casi inadvertido.
Colaboró Meredith González A.