Abren en París la primera exposición que un museo nacional de Francia dedica a la fotógrafa y pintora // Buscan deslindar su nombre frente al del artista malagueño
de ese espacio cultural
Miércoles 5 de junio de 2019, p. 3
París. A Dora Maar se le suele admirar en los grandes museos como musa de Picasso. Pero esta fotógrafa y pintora francesa es figura clave del surrealismo, como reivindica una muestra en el Centro Pompidou de París, que saca a la luz su legado.
Veintiséis años menor que Picasso, Dora Maar (1907-1997) se había convertido en una reputada fotógrafa y ocupaba un digno lugar entre los surrealistas liderados por André Breton en París, cuando conoció al maestro español en 1935.
Entre ambos nació una apasionada relación, así como un prolífico intercambio artístico: Dora Maar posó para él (Mujer que llora, Mujer acostada con un libro...), pero ella también fotografió al artista malagueño e inmortalizó las diferentes etapas de creación del Guernica.
Fruto de ese amor, que duró ocho años, esta ‘‘parisina intelectual, libre e independiente’’, como la presenta la muestra en el Pompidou, dejó la fotografía y retomó su vocación juvenil de pintar.
Dora Maar, primera exposición que le dedica un museo nacional en Francia, es un intento de despegar su nombre del de Picasso y destacar el talento de esa figura ‘‘ineludible’’ del surrealismo, cuyo trabajo supone ‘‘uno de los últimos pozos inexplorados’’ de esta corriente, según una de las comisarias, Karolina Ziebisnka-Lewandowska. Con una obra sin catalogar, vendida de prisa y corriendo tras su muerte a un centenar de coleccionistas, la tarea resultó titánica, dijo la experta.
Retratos mutuos
Hija de una vendedora de moda y de un arquitecto que hizo carrera en Argentina, Henriette Théodora Markovitch (Dora Maar) estudió fotografía en el Comité des Dames de París, una escuela para mujeres.
Publicó su primera instantánea a los 23 años y comenzó a recibir sus primeros pedidos comerciales uno más tarde. Trabajó en publicidad, con firmas como Chanel, Schiaparelli y Lanvin, así como fotografiando desnudos para revistas eróticas.
Dora Maar no tardó en salir a la calle y en utilizar su trabajo como arma para apuntalar su compromiso político. En 1933 viajó a Barcelona atraída por la proclamación de la Segunda República, fotografiando escenas del paseo de Las Ramblas y el mercado de La Boquería. Los niños, los mendigos, el mundo obrero... La fotógrafa se ejercitaba en el retrato, en el que era ‘‘más eficaz’’.
En París, en un contexto prebélico, se unió a los surrealistas firmando manifiestos de llamado a la lucha y entre 1935 y 1938 expuso ocho veces en sus muestras conjuntas.
El simulador se convirtió en una de sus obras emblemáticas. Esta fotografía obtenida a partir del collage de dos clichés muestra a un niño barcelonés inclinado hacia atrás, cuya silueta la artista recortó y pegó sobre un fondo que representa la bóveda de los jardines de la Orangerie, del castillo de Versalles.
Para cuando acudió a fotografiar a Picasso a su estudio parisino, Dora Maar, con 28 años, ya realizaba exposiciones individuales y publicaba en más de 40 cabeceras, según la comisaria.
Con el pintor llegó el vuelco: dejó la cámara por el pincel y comenzaron a pintarse mutuamente. Dora Maar se inspiró en el trabajo de su amante, pero ‘‘rápidamente encontró su estilo’’, con el predominio de naturalezas muertas y una huella de soledad y tristeza en su obra.
Al término de su relación, pues Picasso se enamoró de la pintora francesa Françoise Gilot, DoraMaar se fue encerrando en la práctica de la meditación y se alejó del mundo cultural, dejando de exponer durante años. Sin embargo, continuó creando y orientándose hacia el arte abstracto.
La muestra en el Centro Pompidou concluirá el 29 de julio, luegose montará en la galería Tate Modern de Londres y el Museo J. Paul Getty de Los Ángeles.