a salud es un tema fundamental para un individuo o una colectividad. Tan esto es así, que puede sostenerse que si bien la salud no es todo, sin ella cualquier asunto importante se complica. México ha construido con grandes esfuerzos y a lo largo de más de siete décadas un sistema público de atención a la salud que ha tenido resultados notables en los indicadores internacionalmente aceptados. La mejoría en la esperanza de vida al nacimiento, en la mortalidad infantil y la muerte materna, en la frecuencia y el impacto de las enfermedades transmisibles, al igual que en los programas de vacunación, de planificación familiar o de lucha contra las enfermedades transmitidas por vector, por sólo citar algunos casos, dan sustento a esa aseveración. Lo mismo puede decirse del incremento de la cobertura y la mejoría de la calidad de los servicios de atención a la salud, registrados sistemáticamente a lo largo del tiempo.
Por supuesto que el sistema público de salud tiene condiciones que le hacen vulnerable frente a los cambios o las presiones no previstas. Aun más, debe reconocerse que hay problemas crónicos que tienen que ver con su financiamiento y organización, o con la administración de los mismos. Sin embargo, el servicio que prestan los más de 900 mil trabajadores de la salud de forma sistemática es incuestionable. A ellos se deben las mejoras registradas a lo largo del tiempo, al igual que la prestación de más de un millón de servicios diariamente, entre ellos la atención de 4 mil 300 nacimientos y de 10 mil cirugías, la hospitalización de cerca de 16 mil pacientes y el otorgamiento de cientos de miles de consultas, muchas de ellas de urgencia médica. Los recortes al presupuesto para la salud realizados en este gobierno y las malas decisiones respecto de las políticas en el sector, han ocasionado una crisis cuyas consecuencias apenas se empiezan a mostrar. Con todo y los problemas que existían, muchos de los cuales fueron hechos del conocimiento del equipo de transición en las más de 60 reuniones de trabajo realizadas entre los meses de agosto y noviembre del año pasado, la situación se complicó en virtud de las equivocaciones cometidas por los servidores de la actual administración. En sólo cinco meses y medio, han surgido dificultades que han afectado a la población.
A ello y no al pasado reciente, se deben entre otros: la renuncia del director del IMSS, el desabasto de medicamentos y material médico, las protestas por el cambio de políticas en el caso de las estancias infantiles o en el de los albergues para proteger a mujeres amenazadas en su integridad, el incumplimiento en el pago a los médicos residentes, la falta de medicamentos para las personas que viven con VIH-sida, la afectación de programas preventivos o el diferimiento de servicios diagnósticos y terapéuticos. Celebro la lucha en contra de la corrupción, pero esa no es la causa de la crisis. La explicación del origen del problema actual radica en la ineptitud, en el recorte del presupuesto y en el cambio de políticas sin medir las consecuencias de las decisiones que se han tomado. En todo ello está la razón de lo que sucede, el verdadero origen de lo que amenaza la vida y la salud de nuestra población. Estos son tiempos de hablar con la verdad, tiempos de defender nuestras instituciones.
* Ex secretario de Salud y actual candidato a la dirigencia nacional del PRI