l cambio tecnológico es un componente esencial en la dinámica de la producción. El proceso ocurre de modo prácticamente permanente, aunque en ciertos periodos sus repercusiones económicas son más notorias y con un significado social más complejo.
La investigación y el desarrollo (I&D) están en la base del cambio tecnológico y se asocian con las actividades del Estado y de las empresas. De ahí, una variedad de agentes sociales participan en la generación del conocimiento y su aplicación práctica hasta llegar a los productos o servicios útiles, lo que tiene un vínculo sobresaliente, aunque no único, con el mercado.
El conocimiento y la tecnología son factores clave en la generación de riqueza en una sociedad y en los patrones que definen cómo se distribuye a la par del ingreso y así enmarca las condiciones sociales del bienestar.
Sólo como una referencia conviene señalar que los países que conforman el llamado Grupo de los Veinte (G20) representan 90 por ciento del PIB mundial, 80 por ciento del comercio internacional y dos terceras partes de la población global, así como más de cuatro quintas partes de la emisión de gases de efecto invernadero.
En términos globales, el G20 representa más de 90 por ciento de gasto global en I&D. En relación con el PIB, Corea del Sur destina a esas actividades recursos que equivalen a 4.3 por ciento; Japón, 3.3; Alemania, 2.9; Estados Unidos, 2.8; Francia, 2.2; China, 2.1, y México, 0.5. Medido en términos de dólares, esas cantidades muestran una enorme predominancia de Estados Unidos: 465 mil millones de dólares; China, 380 mil millones; Unión Europea, 350 mil millones; Japón, 155 mil millones, y Corea, 75 mil millones. Las seis compañías que gastan más en I&D son Amazon, Volkswagen, Alphabet (Google), Intel y Samsung y Microsoft.
Las ciencias, sobre todo la física y la química, contribuyen decisivamente al desarrollo tecnológico, por ejemplo en la nanotecnología y su relación con la revolución microelectrónica
. De modo relevante la biología participa cada vez más en las áreas molecular y genética.
De modo más concreto, hay condiciones en las que el cambio tecnológico impacta en ciertas áreas de la producción y tiene efectos significativos en algunas zonas del mundo.
En México, por ejemplo, hay dos ámbitos de la actividad productiva que destacan por su relevancia: la energía y el transporte. La actividad petrolera ha sido destacada por el gobierno como un área prioritaria de la política económica, a partir de incrementar la extracción de crudo y refinar gasolina. A esto puede añadirse el papel de la electricidad como parte integral del sector energético.
Esta estrategia requiere de una mayor elaboración y ampliación puesto que las condiciones de generación y uso de la energía están en un proceso rápido de transición, mismo que se asocia cada vez más con una mayor presión ambiental propiamente dicha y también una creciente exigencia social al respecto de la contaminación del planeta.
El otro campo es el transporte y su propio proceso de transición tecnológica con respecto del patrón energético aún vigente. La industria automotriz tiene una posición relevante en el sector industrial del país y en la estructura del comercio internacional, en especial en el entorno del nuevo tratado denominado como T-MEC.
El sector automotriz representa actualmente alrededor de 3.8 por ciento del PIB y 18.3 del producto industrial. Los cambios en curso en la tecnología de los vehículos eléctricos tendrán un impacto decisivo tanto en la producción de energéticos como de la industria automotriz. Esta industria pasa del motor de combustión interna al litio, llamado el petróleo blanco. (En China una forma de adaptación ha sido posicionarse decisivamente en la producción de baterías para los vehículos eléctricos).
En este sector, las decisiones de inversión y producción se toman todas ellas en el exterior. Ante esto, las medidas internas no deberían ser sólo reactivas, sino han de ampliar las capacidades de adaptación a la dinámica de la tecnología.
Los efectos de todo esto se encuentran ya muy cercanos. Las decisiones que se tomen hoy marcarán la posición que se tenga en la nueva configuración industrial de ambas actividades.
Tan sólo en estas dos áreas de la producción se alterarán de manera profunda las condiciones generales del uso de los recursos materiales y financieros, las formas de generación de empleo, junto con la sustitución de las ocupaciones, la fuente de los ingresos para las familias, la recaudación de impuestos y el desenvolvimiento de las industrias relacionadas.
Una visión del desarrollo económico y social en un país grande en cuanto a territorio, población y aspiraciones como éste tiene que considerar estas cuestiones, anclarlas en una visión propositiva de largo aliento y estructurar las acciones que se toman con una meta bien definida. El Estado puede cumplir una función definiendo claramente en qué participa, cómo y con quién.