La titular de la Secretaría de Cultura federal acudió al Reclusorio Oriente, donde se montó el musical Yo soy y exIsto con internos de ese centro y del femenil de Santa Martha Acatitla // La funcionaria salió corriendo por la puerta trasera del auditorio de ese centro penitenciario
Miércoles 22 de mayo de 2019, p. 4
La titular de la Secretaría de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero, se comprometió a brindar apoyo a la iniciativa Un grito de libertad, que usa al teatro para buscar la reinserción social de las personas en prisión y quitar las etiquetas de discriminación que pesan sobre ellas.
Eso dijo la noche del lunes en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente de la Ciudad de México al término del musical Yo soy y exIsto, producido por ese proyecto social y artístico, y luego de que su director, Arturo Morell, hizo ver que tras 15 años de actividad sus condiciones no sólo no han mejorado, sino que hoy está en riesgo su operación.
‘‘Esto es una fuerza creativa colectiva importantísima; los felicito por ello, porque ya conocieron el poder transformador del arte. El mundo es otro cuando nos atre-vemos a tocarlo, nos atrevemos a sentir y expresar lo que somos”, manifestó la funcionaria a los más de 100 reos que participaron en el montaje.
‘‘Quizá si hubieran tenido contacto, posibilidad y cauce en su momento con el arte, la historia (de cada uno de ustedes) sería distinta. Estamos trabajando en aquellos lugares donde la cultura ha estado lejos de la posibilidad de tocar las vidas como hoy aquí, y hoy aquí hago el compromiso de seguir apoyando este proyecto desde la Secretaría de Cultura.
‘‘Ustedes –dijo a la comunidad de internos– ya ejercen el derecho humano a la cultura aquí, en un lugar donde parecería imposible. Los felicito por el esfuerzo y porque ese es un camino sin duda liberador. Felicidades y larga vida a este proyecto.”
Después de que tomó también la palabra el legislador Sergio Mayer, presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, un grupo de reporteros pretendió sostener una entrevista con Alejandra Frausto y preguntarle si el apoyo ofrecido a la iniciativa Un grito de libertad podría reproducirse con otras similares e incluso inscribirse en una política de Estado.
También se buscaba conocer su postura acerca de que el pasado fin de semana integrantes del Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) exigieron su renuncia, así como la de la directora de ese instituto, Lucina Jiménez, a raíz de ‘‘la pésima gestión que permitió la realización del evento titulado El guardián del espejo, tramposamente disfrazado de concierto operístico”, efectuado el pasado miércoles 15 de mayo.
En cuanto los comunicadores se acercaron a Frausto y le solicitaron unos minutos, la funcionaria los ignoro y salió corriendo por la puerta trasera del auditorio del centro penitenciario, custodiada por elementos de seguridad.
Trabajamos con seres humanos
El musical Yo soy y exIsto forma parte de la iniciativa Un grito de libertad que durante 10 años se ha implementado en una decena de centros de reinserción social del país y en el cual han participado más de 4 mil personas privadas de la libertad.
Durante más de dos horas y media esa puesta en escena ofrece un intenso recorrido que se vale de la música, el canto, el baile, la actuación y el humor para que sus participantes compartan con el público sus historias de vida y algunas de las experiencias en su etapa de reclusión, que en algunos casos alcanza casi 30 años.
Participaron más de 80 actores, de los que más de medio centenar provienen del Reclusorio Oriente y una treintena del Centro de Readaptación Social femenil de Santa Martha Acatitla. A ellos debe sumarse el equipo técnico y de tramoya, también del primer espacio.
El espectáculo fue presentado en octubre del año pasado, en la Carpa Geodésica, por un grupo de 40 personas liberadas y luego en el Festival Internacional Cervantino, varias de las cuales intervinieron en la función del lunes.
‘‘No trabajamos con expedientes, sino con seres humanos”, destacó Arturo Morell respecto de la labor que desarrolla en diversos centros penitenciarios con esa propuesta teatral.
‘‘Buscamos no sólo la reinserción social de las personas, sino también quitar las etiquetas de discriminación que existen sobre ellas y puedan salir con la frente en alto, pues el hecho de que estén privadas de la libertad no necesariamente significa que sean culpables y los que sí lo son requieren de mayor atención para lograr su reinserción.”
Ya entrada la noche, el montaje llegó a su fin ante el júbilo de la comunidad de internos que disfrutaron su papel de actores como de público.
A la salida del centro de reclusión nueve reporteros, invitados por la Secretaría de Cultura federal para dar cobertura a esa función, fueron dejados a su suerte en el lugar por la camioneta que la dependencia dispuso para transportarlos.
Los periodistas habían dejado en ese vehículo sus pertenencias, como teléfonos celulares, mochilas y bolsos, por lo cual no contaban con los medios para regresar a sus centros de trabajo o domicilios.
Más de una hora y media después, tras lograr comunicarse con el área de prensa de la institución, les fueron enviados una serie de taxis privados que los transportaron de regreso a la sede de la Secreta-ría de Cultura, donde estaban sus pertenencias.