Cannes
os veces ganadores de la Palma de Oro, los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne son cineastas respetables que, de forma similar a la trayectoria de Ken Loach, siempre se han interesado por los elementos menos privilegiados de la sociedad moderna. Su cine es directo, libre de pretensiones formales y pleno de espíritu humanista.
Por eso decepciona su trabajo más reciente, Le jeune Ahmed (El joven Ahmed), una película muy menor en comparación a su distinguida obra anterior. Situada en una ciudad no específica de Bélgica, la historia se centra en el adolescente epónimo (Idir Ben Addi) quien, bajo la influencia de su tendencioso imam, se ha vuelto un musulmán fanático. En su obediencia ciega del Corán, Ahmed intenta asesinar a una maestra bienintencionada (Myriem Akheddiou) que trata de cambiar su punto de vista. Sin lograrlo, el adolescente es internado en una correccional.
Podría haber sido una meditación pertinente sobre el tipo de manipulación ideológica que resulta en la formación de terroristas islámicos. Sin embargo, el guion de los Dardenne es demasiado delgadito. Hasta esquemático. Y el personaje principal no muestra otra dimensión fuera de la obstinación religiosa. Ni la presencia de una chica (Victoria Bluck) atraída por Ahmed en el centro de detención añade otra lectura al asunto. No se antoja probable ahora que los Dardenne sean los primeros en obtener tres Palmas de Oro.
La otra cinta en competencia, Frankie, del estadunidense Ira Sachs también se quedó en un registro menor. Esta coproducción entre Francia, Portugal, Bélgica y Estados Unidos trata sobre la reunión familiar convocada por la matriarca Françoise (Isabelle Huppert), una célebre actriz que está desahuciada. Presentes están su actual marido Jimmy (Brendan Gleeson), su hija Sylvia (Vinette Robinson), el ex esposo Michel (Pascal Greggory), el hijo de ambos Paul (Jérémie Renier), la maquillista Ilene (Marisa Tomei) y su novio Gary (Greg Kinnear), entre otros. Todos acuden a la pintoresca ciudad portuguesa de Sintra, pasean y hablan de su relación con Frankie, como le dicen a la actriz, a lo largo de un día.
Con esa situación desde Chéjov a Woody Allen podrían haber conseguido algo sabio y emotivo sobre las relaciones humanas. Me temo que Sachs no está en esas ligas. El guion, de él mismo y Mauricio Zacharias, no logra establecer una dinámica creíble entre los diversos personajes. Los diálogos son chatos cuando pretenden ser ingeniosos y ningún actor sobresale, ni siquiera Huppert en un proyecto hecho a su medida.
Hoy se proyecta Chicuarotes, segundo esfuerzo como director de Gael García Bernal y único largometraje mexicano nuevo en todo el festival. Pues en la sección Cannes Classics ya han pasado Los olvidados y Nazarín, ambas de Luis Buñuel, en copias restauradas por la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Cineteca Nacional, respectivamente. Ninguno de los directores de dichas instituciones estuvo presente, pues dentro de la nueva política cultural, viajar a Cannes debe considerarse una actividad muy fifí.
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