El chiste de un artista es que trabaje, porque de otra manera se deprime y empieza a llorar y llorar, expresa la pintora Carmen Parra. Así que la también promotora cultural ideó Ángela Gurría: homenaje a los 90 años de vida y 70 años de creación artística, exposición de nueve piezas recientes, obra eterna (un par de sirenas del jardín de su casa y dos versiones de un caracol) y un grabado, que será abierta el 16 de mayo a las 18:30 horas en el Instituto para la Justicia, Francisco Sosa 409, Coyoacán.

Carmen y Ángela son amigas desde hace muchos años. A lo largo del tiempo han dibujado juntas en múltiples ocasiones. ¿Te acuerdas cuando en tu otro estudio también iba tu otra amiga, la escultora Geles Cabrera? Teníamos un modelo y dibujábamos. Cuando se está en un taller dibujando juntas se vuelve un juego muy amistoso y platicas, comenta Parra a Gurría, sentada en una mesa en el corredor de su casa que da a un tupido jardín.

Mientras tanto, Emilio Javelly, hijo de la escultora, muestra algunas de las piezas de reciente factura que se exhibirán. Se trata de dibujos llevados a la tercera dimensión en cintas de acero. Parra detalla: “Tengo un amigo que produce obra, Gustavo del Regil, entonces le dije: ‘tienes que hacer algo con la maestra porque está muy solita. Vamos a ver qué se nos ocurre’. Vino, y como Ángela tiene un constante imaginativo en su cabeza, empezó a dibujar, y los dibujos se tradujeron en cinta de acero y se volvieron personajes. Son varios”.

Gurría cumplió años el pasado 24 de marzo, sin embargo, como somos de pueblo celebramos meses y meses. Y, vaya si hay qué festejar. “Cumpliste con todas las leyes de la vida: tienes hijos, sembraste árboles, tienes obra que está en la nación. Al entrar al Museo de Arte Moderno está tu escultura Río Papaloapan (1970), con sus mariposas, luego las nubes de mármol que están adentro del recinto”. Autora también de la escultura pública Señales (1968), en la estación uno de la Ruta de la Amistad, primera mujer en ingresar en la Academia de Artes (1973) y Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes (2013).

Según Emilio Javelly, las sesiones de dibujo más recientes de Carmen y Ángela comenzaron hace año y medio: Carmen llegaba luego con algunos amigos, entonces se ponían aquí a dibujar. A mi mamá le costaba trabajo empezar a hacerlo, después se animaba. Entonces sacaba algún tequila y se volvía una tertulia. Eran escenas muy amenas.

Gurría está de acuerdo con que a la mano no se le olvida nunca. ¿Es algo automático? Sí, contesta. Me doy cuenta de que estás haciendo un esfuerzo rutilante para hacerme quedar bien, le dice sonriente a Parra.

La verdad es que doña Ángela pocas veces sale de su casa. Una de las últimas fue en septiembre del año pasado, cuando asistió de manera sorpresiva a la inauguración de la exposición de Geles Cabrera, organizada en el Museo El Eco. Su hijo aprovechó la salida para ir a ver la casa donde nació, en la calle de Orizaba, en la colonia Roma. Se acordó de que se asomaba por cierta ventana con su hermana.

Un ligero viento en la incipiente tarde mueve las ramas de los árboles en el jardín de su actual hogar en Coyoacán.

–¿Esta casa inspira?

–No sé, pero la paso muy bien.

–¿Cómo transcurre su día?

–Primero en no pensar en que no hago nada. Soy novata y a ver qué pasa. Siempre le doy un chance a lo que puede surgir en ese momento.

–¿Eso lo ha hecho toda su vida?

–Sí. Estoy en este momento aterrada, entonces ¿qué tal si hacemos esa cosa (dibujar)? –le dice a Carmen Parra. Así empieza la sesión de dibujo del día.

No todos los dibujos utilizados para las esculturas son de reciente factura. Emilio Javelly, quien con su familia comparte la casa a partir del sismo del 19 de septiembre de 2017, ha tenido tiempo para revisar una serie de dibujos y proyectos, algunos de los que ya se habían hecho, otros que estaban terminados. De esos pudimos escoger algunos que funcionaban muy bien para el presente proyecto, aunque muchos no tienen fecha. Hay que ponerles títulos de nuevo.