l sarampión es una enfermedad muy contagiosa que afecta especialmente a los niños. Puede causar encefalitis, diarrea y deshidratación; neumonía, infecciones de oído y pérdida permanente de la visión. Los lactantes y los niños pequeños con desnutrición y sistemas inmunitarios débiles son muy vulnerables y puede ocasionarles la muerte.

El sarampión causa una erupción en la piel de color roja con manchas. Suele comenzar en la cabeza y descender al resto del cuerpo. Otros síntomas pueden incluir fiebre, tos, moquedad nasal, sensación de dolor y malestar.

El sarampión se previene con dos dosis de una vacuna segura y eficaz. Gracias a ella, virtualmente había desaparecido este siglo en la mayor parte del planeta. Sin embargo, mata a más de 100 mil personas cada año. En especial menores de cinco años que viven en regiones muy pobres.

La cobertura de vacunación disminuyó este siglo incluso en los países industrializados debido a la creencia de que la enfermedad no causa problemas. Y, fundamentalmente, a un movimiento contra la vacuna. Surgió por un artículo publicado en 1998 donde se afirmó que existía una conexión directa entre ella y el autismo. Pero no es verdad.

Cuando no había la vacuna, el sarampión afectaba a los hijos de familias pobres y a los de los ricos. Ahora en Estados Unidos aparece hasta en las universidades, como la de California, con más de 600 casos. También en España, Italia, Francia, Rumania, Inglaterra y Alemania, donde la enfermedad estaba bajo control. En Francia suman más de 25 mil la reciente década.

Lo anterior se explica porque la última década es en los países de altos ingresos donde más niños no recibieron la primera dosis de la vacuna. En Estados Unidos, más de 2.5 millones; en Inglaterra, 600 mil y en Francia más de 500 mil.

Este año suman ya 113 mil los casos de sarampión en el mundo. Por fortuna, y según las autoridades de salud, en México serán apenas entre 20 y 30 casos. Ojalá sea verdad.