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¿Por qué pedir perdón?
E

l día lunes 25 del pasado mes de marzo de este año 2019, el señor Presidente de México, licenciado Andrés Manuel López Obrador, llegó a la tierra sagrada de Centla, en el estado de Tabasco, para conmemorar los 500 años de la batalla que fue la primera que registró la historia protagonizada por los indígenas chontales ante el poder militar de los invasores europeos. Y, ante la descripción histórica de este atropello injusto que presentó la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, su esposa, el señor Presidente advirtió, en nombre de México, a los gobiernos actuales descendientes de aquellos invasores, la necesidad de pedir perdón a los pueblos latinoamericanos por las consecuencias que les causó la conquista. No para mirar al pasado, sino para buscar ahora, a partir del perdón, ser todos actores de una verdadera reconciliación histórica entre todos los pueblos de la tierra. Al mismo tiempo que el Estado mexicano, con la misma exigencia, pide perdón a los pueblos originarios de México por tanta injusticia y atropello.

Lo mismo ha hecho el Presidente del país hermano de Bolivia, Evo Morales, quien les advierte con firmeza a los mismos pueblos de Europa, primero, que no tienen por qué hablarnos a nosotros de deudas injustas que pretenden imponernos, sino que más bien, como deben hacerlo con todos los pueblos latinoamericanos, deben reintegrarle a Bolivia, de alguna forma con sus intereses, los ciento ochenta y cinco mil kgs. de oro, y los 16 millones de kgs. de plata, lo que este Presidente considera que fue un préstamo amigable de América para el desarrollo de Europa.

El primer obispo de Chiapas, Fray Bartolomé de Las Casas, escribe a los Reyes de España: El oro que les llevan va envuelto en bolsas de piel, es la piel viva de estos pueblos originarios de América.

La historia me concedió, en febrero de 1992, ante lo que significaban para nosotros los 500 años de la ignominia que nos impuso la conquista más injusta y dolorosa, el gran privilegio de llevar a los pueblos de Europa, el mensaje de los pueblos originarios de México. No me sentía con el derecho y la dignidad de hacerlo, pero lo hice, comprometido con la historia de México. Desde el corazón del Santuario de Lourdes, en Francia, hablé a todos los pueblos de Europa.

Ante el significado y la importancia del momento presente que vive nuestro país, y también nuestra América Latina, comparto ahora a todos, con el mismo compromiso de entonces, o aún mayor, el mensaje que dejé en febrero de 1992, en el corazón de los pueblos de Europa.

Mensaje de los pueblos indígenas de México a los pueblos de Europa.

“En nombre de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios, quien quiso identificarse con el más pobre, el más desprotegido, el último de los últimos, traigo a ustedes la palabra de los pueblos indígenas de México, la cual se levanta desde la experiencia dolorosa que significó la conquista que nos impusieron hace 500 años.

La palabra que traigo a ustedes, en nombre de estos pueblos es, primero, una palabra de acción de gracias al Dios de Jesucristo por su Buena Nueva. Pero, ante la experiencia de dolor que le impuso la conquista, es también una palabra que les invita a ustedes, con justa razón, a pedir perdón, y, por esto, a la conversión y a la solidaridad. No es una palabra de venganza.

Por esto, con los pueblos indígenas de México, les pedimos que reconozcan su gran falta cometida en la conquista, y que den un signo de este reconocimiento, respetando, en adelante, el derecho de los pueblos latinoamericanos, mostrándose solidarios con sus propias luchas, y compartiendo o restituyéndoles, en justicia, lo que a ellos corresponde de su mismo desarrollo como países ahora del primer mundo, desarrollo cimentado precisamente en el despojo que a nuestro continente latinoamericano le impuso la conquista. Además, obligados a seguir la lección que nos dejó la historia, deben luchar aquí mismo, en su continente europeo, por la justicia y la fraternidad, para poder construir, entre todos, un mundo nuevo en donde ya no se dé otra conquista igual en ningún pueblo de la tierra.

Es también una palabra que denuncia la prepotencia de los países poderosos que creen todavía tener derecho sobre la vida y la soberanía de los países más pequeños. Es también, por esto, un mensaje de paz, de confianza y de esperanza en la posibilidad de un mundo nuevo de justicia y de vida verdadera para todos.

Desde la lucha y la esperanza de los pueblos indígenas de México, les decimos que sí es posible construir un mundo nuevo, comenzando ya por reconocer y defender, como hermanos, el derecho de los pueblos más pobres, haciendo nuestra, aquí y en todo lugar, su lucha por la justicia.

La Buena Nueva de Jesús de Nazaret la hacen suya los pueblos indígenas de México, y quieren compartirla, desde su esperanza, con todos los pueblos del mundo, especialmente con los más pobres, en este momento en que todos celebramos, con sentimientos muy diversos, los 500 años de una historia de conquista, de vergüenza y de ignominia, la cual debe terminar para siempre, para comenzar, en cambio, una historia nueva en el respeto, la justicia y la paz entre todos los pueblos de la tierra.

Este es el mensaje de fraternidad que Dios me concede compartir con ustedes en nombre de todos los pueblos indígenas de México, en un aniversario más, dicen, de lo que fue para nosotros la conquista”.

Esto quiere decir que, desde El Río Bravo hasta La Tierra del Fuego, pasando por Bolivia, los pueblos latinoamericanos que sufrimos el atropello y la ignominia de una conquista en todo injusta, rechazamos toda nueva intervención, la que sea, de cualquier país en la vida de soberanía de otro, invitando, más bien, al respeto mutuo entre todos los pueblos de la tierra, para lograr la paz.

*Párroco de San Andrés Apóstol y Preste de jTatic Samuel, por una sociedad más justa AC