París. Tras haber tomado sus distancias en pasadas ediciones, Hollywood y Cannes vuelven a ir de la mano este año en La Croisette con la presencia en particular de Quentin Tarantino y Jim Jarmusch, en un contexto competitivo entre festivales de cine.

Que Cannes haya obtenido Rocketman, biopic sobre Elton John, presentado fuera de competencia, es un buen golpe y una etapa importante, pues Paramount históricamente era uno de los estudios más reticentes a llevar filmes al festival, explica Christian Jungen, periodista suizo y autor del libro Hollywood en Cannes.

Otros grandes estudios estarán presentes como Universal, con Los muertos no mueren, de Jim Jarmusch, con un reparto de lujo con Bill Murray, Adam Driver y Tilda Swinton; así como Warner, con su copia restaurada de El resplandor, de Stanley Kubrick.

Junto a Jarmusch y Terrence Malick, Tarantino será el gran protagonista de Hollywood con Érase una vez en Hollywood, con Leonardo DiCaprio y Brad Pitt. Su presencia permite además a Cannes “conmemorar su propia historia gloriosa, 25 años después de la Palma de Oro de Pulp fiction”, según Jungen.

Sin olvidar a Sylvester Stallone, que vendrá al festival para presentar los primeros minutos de Rambo V y una versión renovada de su primer opus, de 1982.

Thierry Frémaux, delegado del Festival de Cannes, quiso subrayar el apoyo de los estudios de Hollywood al presentar en abril el programa de películas seleccionadas con palabras de agradecimiento en particular para Jim Gianopolus, al frente de Paramount. En 2001, en tanto que presidente de la Fox, éste había permitido que Cannes estrenara en apertura Moulin rouge.

Para entonces, los estudios estaban regresando a la mayor muestra de cine del mundo después de varios años difíciles. Por ejemplo, con grandes producciones, a menudo fuera de competencia, como Matrix Reloaded y la cuarta entrega de Indiana Jones.

Pero algunas de estas películas se fueron de Cannes con un agrio sabor de boca, al ser objeto de críticas feroces, como fue el caso de El Código Da Vinci y Solo, spin off de la saga de La guerra de las galaxias presentado el año pasado.

Otra dificultad añadida para Hollywood es que Cannes tenga lugar en mayo, mucho antes que los Óscares a finales de febrero. Venecia y Toronto tienen la ventaja de celebrarse en septiembre, además de ser festivales que han ido ganando peso a ojos de los productores y distribuidores estadunidenses, en particular para las películas de autor.

Obsesión con los galardones

Síntoma de esta evolución: Venecia acogió estos años Gravity, La la land, La forma del agua y Roma, todas ellas recompensadas posteriormente con el Óscar al mejor filme y/o director.

El año pasado, BlacKKKlansman ganó en Cannes el Gran Premio y luego le valió a su director, Spike Lee la primera estatuilla de su carrera, pero hay que remontarse a 2012 para encontrar otro filme presente en La Croisette y recompensado por la Academia: The Artist, con cinco Óscares, entre ellos a mejor película y director.

Frémaux criticó recientemente en una entrevista con el diario francés Le Monde, la obsesión generalizada con los Óscares, y subrayó que el proyecto de Cannes es el cine mundial, la dirección y los autores.

Cannes también mantiene una rivalidad con Netflix, ausente de la competencia oficial desde el año pasado, debido a una nueva regla que obliga a las películas seleccionadas a salir en las salas de cine francesas.

En cambio, la Berlinale y Venecia decidieron acoger a la plataforma en línea, con el caso emblemático de Roma, de Alfonso Cuarón, León de Oro en la Mostra y ganadora de tres Óscares, incluidos a mejor director y mejor película extranjera.

Netflix tampoco estará presente en el Mercado del Filme de Cannes, una de las mayores citas anuales de la industria del cine.

En el festival de Cannes sólo asomará la cabeza mediante la película Wounds, que se exhibirá en la sección independiente La Quincena de Realizadores.