A Eva le dan 30 minutos para comer; Josefina apura sus alimentos para regresar a su tarea
Lunes 6 de mayo de 2019, p. 12
Desde hace cuatro semanas, Eva siente dolor en el cuello, del lado izquierdo; no puede volver la cara hacia el lado contrario. Al principio pensó que era por haber dormido mal, pero ahora ella, junto con el médico de la maquiladora textil donde labora, sospechan que es por su trabajo, pues pese al medicamento el malestar no cede.
Su jornada laboral es de ocho de la mañana a seis de la tarde, en ese tiempo se dedica a hacer la segunda costura de las bolsas traseras de los pantalones. Su trabajo es mecánico y repetitivo: tomar la pieza del lado izquierdo, pasarla a la máquina de coser, girar a su lado derecho y aventar
la prenda en el carro donde acumula su trabajo; así labora de manera continua para terminar las más de 900 piezas que le piden al día. Su único descanso es de 30 minutos, que aprovecha para comer.
La mujer, de 50 años, todavía no acude al centro de salud de Oaxaca porque no tiene el permiso de la maquila –en donde ha laborado por cinco años–, la cual no le da seguridad social y si falta le descuenta el día. Tampoco tiene suficiente dinero como para buscar a un médico particular.
El que Eva termine los más de 900 pantalones que le corresponden no le asegura que le pagarán el total de su producción, pues ello sólo se hace si el cien por ciento de las prendas están terminadas por completo; le pagan 80 por ciento, que son mil 80 pesos a la semana, es decir, poco más de 4 mil pesos al mes, que utiliza para pagar servicios, renta, transporte y alimento.
Malestar físico en los dedos
La realidad de Josefina, de 33 años de edad, no es tan diferente. Ella empezó a trabajar en maquila textil a la edad de 16 años, lo hizo porque los camiones de la empresa eran los únicos que llegaban a su comunidad, La Unión, en Aguascalientes.
Actualmente se dedica a coser la pretina al pantalón, por 750 piezas que hace en su jornada laboral, de ocho de la mañana a nueve de la noche, le pagan 375 pesos al día, pero cuando no hay tanto trabajo su sueldo es de 117 pesos.
Su principal malestar físico es en los dedos, pues son muchos los pantalones que tiene que coser, aunque no cree necesitar atención médica. A veces las prendas vienen muy duras y se dificulta, además es estar dale y dale de lunes a viernes, ya para el jueves el desgaste es mucho
, dijo.
Y al igual que Eva, el único momento de relajación es a la hora de la comida, que en su caso no utiliza en su totalidad porque prefiere regresar a trabajar para terminar.