En este deporte a los hombres, quizás, los impele el deseo de riqueza y el ego. A las mujeres las mueven otras motivaciones, piensa Lupita Martínez, campeona supermosca del Consejo Mundial de Boxeo y que el sábado consiguió su cuarta defensa exitosa en la división.

No sé qué impulse a un hombre a querer ser boxeador, quizás el dinero o el ego, plantea; a las mujeres creo que nos mueve el honor y las ganas de sacar adelante a nuestros hijos; eso nos hace pelear contra la adversidad, resalta.

Hace un par de años, Lupita sorprendió al derrotar a Zulina Loba Muñoz, quien defendió con éxito el cinturón en 10 ocasiones. Pocos la conocían, pero ha consolidado su título al enfrentar a cuatro retadoras, todas con algún cetro en sus trayectorias, y ostenta hoy la condición de campeona indiscutible.

Desde el principio de su carrera, Lupita asumió que además de su carrera deportiva profesional, el boxeo es el medio con el cual mantiene a sus dos hijos pequeños. Descuidar su paso ganador sería poner en riesgo el único sustento familiar.

El sábado, en Ecatepec, defendió con éxito ante la ex campeona Yéssica Kika Chávez, quien renunció a su título mosca por maternidad. Al volver, el prestigio que gozaba no estorbó a los intereses de Lupita.

“Me preguntaban cómo podía separar mi amistad con Kika y no dejarme intimidar por su fama para salir a vencer”, cuenta; muy fácil: para mí ganar no es alzarme como la mejor, sino defender el trabajo con el cual mantengo a mis hijos.

Lupita se concentró en el gimnasio, en el acondicionamiento físico y técnico. Nunca ha invertido tiempo en estudiar los videos de sus rivales, para eso está el equipo de sus entrenadores, padre e hijo, ambos de nombre Juan Carlos Contreras.

No llego ciega a pelear, mis entrenadores son mis ojos, pero lo que sucede en el cuadrilátero es tan imprevisible que más vale llegar en óptima condición, explica; ver demasiados videos de los rivales puede hacer que te confíes y pensar que los conoces bien; si es demasiado fuerte te intimida y te puede pesar en la mente durante la pelea.

Ella sólo defiende lo que considera es patrimonio de sus hijos; no quiere mirar por encima del hombro a nadie. Sabe que toda retadora es una potencial amenaza a los recursos de su familia.