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Todos los partidos llaman al voto útil

Vox, la estrella electoral de la rancia ultraderecha española
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▲ Partidarios del ultraderechista Vox ondean banderas españolas durante el cierre de campaña en Madrid.Foto Afp
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▲ El candidato del partido de extrema derecha Vox, Santiago Abascal, promueve un discurso neofranquista .Foto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 27 de abril de 2019, p. 25

Madrid. La recta final de la campaña electoral estuvo marcada por los llamados de los partidos políticos al voto útil, que para unos –el bloque de la izquierda– es impedir la llegada a las instituciones de extrema derecha de la formación emergente Vox, y para otros –el bloque de la derecha– significa concentrar el mayor número de votos en una de las siglas para impedir la dispersión. Más de 30 por ciento del electorado se considera indeciso.

Los mensajes ya están dichos y redichos. Los candidatos han recorrido plazas, pueblos y parajes distantes de los centros del poder. Se han fotografiado con animales, han hecho deporte y han firmado libros en ferias a las que normalmente no van. Todo por la batalla de los votos. Por alcanzar el mayor número de escaños posibles en los comicios del próximo domingo, en los que está en juego el futuro gobierno de España.

El gobierno del socialista Pedro Sánchez lleva sólo 10 meses en el poder –que asumió tras la histórica moción de censura a su antecesor, el derechista Mariano Rajoy– tras el hartazgo de la mayoría de los grupos parlamentarios por los numerosos casos de corrupción en el derechista Partido Popular (PP). Una alianza fugaz que concentró a los partidos de la izquierda –el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP)– y a prácticamente todas las fuerzas nacionalistas o periféricas. Pero el gobierno se rompió cuando los independentistas catalanes se negaron a aprobar los presupuestos generales del Estado, por lo que fue necesario convocar a elecciones anticipadas.

El todavía presidente del gobierno y aspirante del PSOE, Pedro Sánchez, parte como favorito en las encuestas, según las cuales no superará los 140 escaños, por lo que necesitará del apoyo de otras fuerzas. Ya cuenta con UP, la formación liderada por Pablo Iglesias, que surgió 2015 y que ahora pasa por una caída en las preferencias tras un breve ascenso vertiginoso: según encuestas pasará de tener 75 escaños a menos de 35.

En los últimos actos de campaña, Sánchez insistió en solicitar el voto útil, porque el PSOE es el único que puede cerrarle el paso a la extrema derecha.

Pero sin duda la lucha más descarnada y abierta se está dando en la derecha. Por primera vez en la historia este sector de la población tendrá hasta tres grandes partidos para elegir: el PP, el emergente Ciudadanos (Cs) y el de extrema derecha Vox. De los tres el que más gente reúne en sus mítines es, con mucha diferencia, Vox, cuyo líder, Santiago Abascal, ha elaborado un discurso simple, pero efectivo, en el que llama a la defensa de España frente a la amenaza separatista de Cataluña y el País Vasco, y también frente a la dictadura progre y la dictadura feminazi.

En sus últimos actos en Sevilla, Valencia y Madrid congregó a decenas de miles de personas que portaban banderas de España y gritaban sin cesas yo soy español, español, español... Un anuncio de lo que viene.

Mientras que los candidatos de PP, Pablo Casado, y Albert Rivera, de Cs, también cerraron la campaña en Madrid y ambos hicieron el mismo llamamiento a votar a sus siglas para evitar la dispersión que sólo beneficiará, según ellos, a una eventual relección del socialista Pedro Sánchez, a quien a lo largo de estas dos semanas de campaña han acusado de traidor, mentiroso y sobre todo de estar vendido a la causa independentista.

Josetxo Zaldua, Enviado

Madrid. Nació hace seis años y ni los analistas políticos ni los medios de comunicación daban un centavo por su futuro. El próximo domingo 28 puede convertirse en la estrella electoral que opaque el previsible triunfo del socialismo que lidera Pedro Sánchez. Se llama Vox y representa a la rancia ultraderecha española. O dicho de otra manera: es el genuino neofranquismo.

Su líder, Santiago Abascal, militó durante 20 años en el Partido Popular de José María Aznar, quien lo apadrinó. Nunca descolló, no ocupaba espacios noticiosos, nadaba de muertito. Nació hace 43 años en Bilbao, País Vasco, y durante mucho tiempo se movió con escoltas oficiales porque, decía, estaba amenazado de muerte por ETA.

Furibundo enemigo de los nacionalismos periféricos como el catalán y el vasco, defiende a ultranza al nacionalcatolicismo español y no esconde su fobia antimigrante y su antifeminismo. Pretende echar abajo las leyes de igualdad y no tiene empacho a la hora de prometer que, si gana, levantará un muro en el sur de España para impedir el paso de los migrantes.

La mayoría de las encuestas no le da más de 10 por ciento de los votos, pero a tres días de la cita electoral ya nadie se atreve a defender este porcentaje en voz alta. Sus cierres de campaña son tan masivos como preocupantes y concitan el fervor españolista más cavernícola. Lo siguen jóvenes y adultos, toreros, intelectuales y artistas tan reconocidos como el rockero argentino Andrés Calamaro, quien no se corta ante la prensa para ensalzar al líder neofranquista.

La irrupción de Vox obligó a las televisoras a abrirle sus ventanas, a las radios a darle espacio en sus ondas y a los medios impresos a derramar ríos de tinta. Y lo más importante, ha obligado sin querer a que tanto el Partido Popular como Ciudadanos se hayan derechizado para disputarle espacios y votos. Hay una suerte de competencia entre los tres partidos por ver quién dice la barbaridad mayor. Todos se vale para conseguir el voto.

Este viernes terminó la campaña electoral. Quien suscribe estuvo presente en los cierres de Vox y Podemos. Las huestes de Abascal en la céntrica Plaza Colón, siempre coronada por una gigantesca bandera española, y las de Pablo Iglesias en el anfiteatro al aire libre del Parque Lineal del Manzanares, no muy lejos del otro acto. Ambos programados para comenzar a las 20:30 horas.

Los de Vox, cosas de la derecha, iniciaron a tiempo y apenas eran tres oradores. Los de Podemos, y así son las izquierdas, comenzaron casi una hora después de lo prometido y la lista de oradores y oradoras antes de que Iglesias tomara el micrófono era interminable. A efectos noticiosos era como para suicidarse.

Discursos repetitivos, hechos para andar por casa, diseñados para una militancia fiel y acrítica. En la concentración de Vox ondeaban las banderas españolas que portaba un público con un gran componente juvenil, mezclado con gente ya veterana, todos poseídos por el verbo tan limitado como flamígero de su líder Abascal, cuya frase más sobresaliente fue el trillado o yo, o el caos. A la gente se le rompían las manos de tanto aplaudir.

En la tienda de enfrente no había una sola bandera española. Puro color morado. Gente mayoritariamente joven, trufada la concentración con alguna que otra cana. En ambos mítines entusiasmo a borbotones y la seguridad de sus respectivos líderes en que el domingo por la noche serán los elegidos para ocupar La Moncloa.

Llama la atención la liturgia de Podemos, que electoralmente se llama Unidas Podemos, en alusión a sus socios ex comunistas de Izquierda Unida, engullidos por la maquinaria podemita. Es el partido de los abrazos a granel. A la mínima provocación los dirigentes y dirigentas se abrazan y se sonríen sin que se sepa bien a bien los motivos de tamaña efusividad. Pero está claro que es su sello distintivo.

Entre la parquedad gestual de Vox y la calidez ilimitada de Unidas Podemos, en los cuarteles generales de los tres grandes, PSOE, PP y Ciudadanos afinan sus cálculos y se preparan para el día después. En La Moncloa no hay lugar para más de un presidente.

En horas recientes cobró cierta fuerza la especie de que Vox podría dar el sorpaso a cuenta de Ciudadanos, quedando en tercer lugar. Algunas casas de apuestas alimentan ese podio electoral. Si tal vaticinio se cumpliera, habría dos grandes perdedores: Ciudadanos y Unidas Podemos. Suena improbable, pero tratándose de elecciones y encuestas previas, son éstas las que están en entredicho.