Miércoles 24 de abril de 2019, p. 6
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Lectura y Escritura de 2015, 79 por ciento de los hogares en México tienen libros impresos y 16.4 por ciento cuentan con libros digitales.
Pero el placer de leer no surge del soporte de los libros, sino de su contenido, sostuvo Georgina Araceli Torres Vargas, directora del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información (IIBI) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Sigue vigente, sin embargo, la necesidad de insistir en esa premisa, pues la población parece valorar más las tecnologías de la información y la comunicación –herramientas de los ebooks– que la importancia académica y literaria de los libros, añadió.
‘‘La imprenta fue un invento de gran relevancia porque ayudó a difundir la cultura, a los diferentes pensares alrededor del mundo, pero al llegar el libro digital volteamos a ver el medio, la tecnología. Decimos que lo importante es la inmediatez, el acceso a los contenidos, y estamos perdiendo de vista al libro.”
En el Día Mundial del del Libro y del Derecho de Autor, celebrado ayer, Torres Vargas consideró que las obras más vendidas son aquellas con portadas llamativas, tipografía exagerada y se deja de lado el rigor académico o literario.
‘‘Cuando volteamos al libro digital, también vemos que su éxito depende de si es acompañado de videos, de algún blog; si algún youtuber lo promociona.”
La lectura, expuso, siempre será el regocijo del contenido, al sentirnos identificados o complementados con lo expuesto en la obra. En el caso de los libros científicos o académicos, ‘‘importa que me permitan seguir pensando sobre los temas que investigo, si me despierta la curiosidad o incluso una crítica”.
En su opinión, los actores de la cadena editorial tienen varios retos, como decidir publicar en impreso aunque casi no se venda, optar por el libro digital o hacer una edición mixta para dar diversidad a los lectores.
‘‘Estamos ante una mezcla de generaciones: las que sólo tuvieron acceso a los impresos y las que ya nacieron en la era digital, lo que convierte al mercado editorial en algo complejo. Quienes ofrecen contenidos de pantalla no cuentan aún con gran variedad y lo atan a ciertos sistemas operativos, lo que limita la elección.”