Regreso al IFE (INE)
espués de 25 años regresé al instituto electoral, hoy nacional
y mucho más poderoso que el federal
.
En 1994 los partidos vigentes entonces acordaron designarme Consejero Ciudadano. En ese año aciago el instituto se ciudadanizó, quitando el control que ejercían los partidos sobre él, aunque el presidente y el PRI siguieron imponiendo su dominio por muchísimas vías. Santiago Creel, propuesto por el PAN, y yo, propuesto por el PRD, formamos una especie de mancuerna y dimos mucha guerra a la hegemonía.
El trabajo durante la elección presidencial fue muy intenso. Se dijo que habría un choque de trenes
entre el establishment y el PRD encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas. Al final de cuentas, las elecciones terminaron con el triunfo de Zedillo, aunque como él mismo lo reconoció: legal pero inequitativamente. En aquel momento el IFE funcionó bien. Jorge Carpizo fue muy valiente, capaz de renunciar cuando se dio cuenta que el presidente no quería disciplinar a los gobernadores. Mi cargo como consejero ciudadano me permitió darme cuenta de cómo el gobierno no quería arriesgarse y de todos los aliados y cómplices que tenía. La apuesta era a favor del estatus y la gente horrorizada con la muerte de Colosio prefirió asumir una posición conservadora.
El mejor momento que pasé durante mi encargo en el IFE fue la organización del Seminario del Castillo de Chapultepec en 1995. Me di cuenta de que si se unían el PAN y el PRD obligarían al PRI a ceder. Y eso fue lo que sucedió. Así la propuesta del seminario pudo ser un antecedente directo de la reforma electoral de 1996, la más seria de todas las innumerables que se han realizado para calmar a los partidos y hacer lenta la transición.
Al PRI no le gustó el activismo de Creel y el mío y decidió suprimirnos de la planilla del IFE para siempre. En un transitorio nos eliminaron, como dijo Creel: fue un cese constitucional, mientras a consejeros más moderados se les permitió ocupar puestos claves.
Al regresar a las instalaciones del IFE (INE) sentí una fuerte nostalgia. Sigo asombrado de cómo el sistema se defendió de sus críticos tantos años. Lo suficiente para producir el tremendo repudio de la ciudadanía y poner a México al borde de la ruina.
Colaboró: Mario Antonio Domínguez