Más que eliminar el neoliberalismo, el reto nacional central es recuperar la autodeterminación nacional
aul Baran, autor de La economía política del crecimiento (FCE) analizó el rápido desarrollo del Japón y concluyó que la diferencia específica que lo explica, a pesar de su arribo tardío al capitalismo, es que nunca fue colonia; siempre fue independiente, autodeterminado. La experiencia reciente reitera que los países exitosos, como Corea del Sur y Taiwán, son los que decidieron con autonomía su agenda de desarrollo, crecieron creando empresas propias y no dependieron de las trasnacionales. La distinción clave, dice Joseph Stiglitz, es que “ determinaron su propio ritmo de cambio… y rechazaron las presunciones básicas del Consenso de Washington, que postulaban un rol mínimo para los gobiernos… privatización y liberalización”. Las lecciones son contundentes: la autodeterminación nacional (ADN) es condición necesaria del desarrollo. Las personas y los pueblos aprenden a hacer lo que tienen que hacer. Desarrollan las capacidades que necesitan desarrollar. Oí a Fernando Hiriart contar cómo acometió el país la construcción de la nueva infraestructura hidráulica en los años 30: un pequeño grupo de ingenieros acometió la tarea de diseñar y calcular las nuevas represas que habrían de contribuir a formar al México moderno. No lo había hecho nadie nunca en México. Enfrentaron el problema y lo resolvieron porque no había otra opción y porque había una voluntad política que los estimulaba. Desarrollaron las capacidades socialmente necesarias. Esta hazaña se sitúa en el periodo en que nacía en México un proyecto de autodeterminación nacional (PADN) que duró medio siglo y transformó radicalmente el país. El modelo económico (ME) que instrumentó el PADN fue la economía mixta y la industrialización sustitutiva de importaciones (ISI). La ISI se agotó y entró en crisis en los años 70. México, como otros países de América Latina, confundió el ISI con el PADN y, cuando abandonó aquél renunció también a éste. Arrojó el bebé con el agua sucia de la bañera. Sustituimos el PADN por la subordinación global (SG). Aquí ya no hay proyecto nacional. Sólo plena obediencia.
La SG parte de premisas opuestas a las de la ADN. Si ésta parte de la fe en nuestras propias potencialidades, aquélla supone que dependemos totalmente del capital y la tecnología extranjeros. Por ello, en vez de regular la inversión extranjera, debemos invocarla mediante toda clase de rituales y evitar cualquier medida que la moleste. Mientras la ADN conduce a una actitud científica que busca el dominio de las condiciones que harán posible la realización de nuestras potencialidades, la SG conduce al pensamiento escolástico, mágico-religioso, que concibe que la verdad es revelada y ha sido sintetizada en la nueva Biblia: el Consenso de Washington (ver cuadro arriba). La SG, que asume que la dependencia empresarial y tecnológica es inevitable, impide la germinación de la necesidad social del desarrollo de muchas capacidades.
La SG va tejiendo restricciones (cárceles) para evitar que el país subordinado se libere. Los tratados de libre comercio, las reglas de la OMC, la legislación nacional que va volviendo obligatorias ciertas políticas económicas, el control de la inflación a ultranza, el déficit cero, el trato igual a la inversión extranjera, son algunas de dichas cárceles. Mientras más tiempo pasa, más difícil resulta escaparse. La soberanía nacional se diluye hasta que deja de existir. Muchos intentos de liberación pueden ser reprimidos. Si el Congreso de la Unión decreta un impuesto a los refrescos que utilicen fructuosa, un panel de la OMC puede ordenar su eliminación. Las reglas internas pueden, sin embargo, ser modificadas si se cuenta con el suficiente poder en el Congreso. El régimen de control inflacionario a ultranza del BdeM puede ser modificado. El déficit cero puede ser eliminado si se modifica la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria. Las reglas internacionales parecen aplicarse de manera diferencial según la fuerza del país. EU hace lo que quiere sin que haya manera de obligarlo a recular. El secreto parece estar en que las reglas han sido hechas para los países débiles. Por tanto, se presenta la paradoja que para ganar espacios de soberanía hay que mostrar una soberanía sólida: la ADN se va recuperando actuando como si fuésemos un país autodeterminado. Por ejemplo, la resistencia del país a la liberación de los energéticos a la inversión extranjera había sido respetada por el resto del mundo. La privatización energética era innecesaria y ha sido inútil. La recuperación plena de la ADN y del desarrollo (entendido como pleno desarrollo de las capacidades y las necesidades nacionales) requiere: 1) Férrea voluntad política. 2) Poder político suficiente para eliminar barreras críticas. 3) Amplio apoyo popular organizado y dispuesto a la movilización. 4) Apoyo de grupos empresariales que buscan también la ADN. 5) La superación de la debilidad fiscal y moral del Estado.