Cuba: tiempos complicados // Costo del Periodo Especial
nte la creciente hostilidad del salvaje de la Casa Blanca hacia Cuba, el gobierno isleño adelantó consecuencias y advirtió que se aproximan tiempos muy difíciles para la economía de la mayor de las Antillas.Y lo hizo días antes de que Trump anunciara la activación –a partir del próximo 2 de mayo– del título III de la Ley Helms-Burton.
Raúl Castro, dirigente del Partido Comunista de Cuba, dijo que la economía isleña podría entrar en crisis, aunque no se trata de regresar a la fase aguda del Periodo Especial de la década de los 90, porque hoy es otro el panorama en cuanto a la diversificación económica, pero tenemos que prepararnos siempre para la peor variante; es necesario que estemos alerta y conscientes de que enfrentamos problemas adicionales, y que la situación podría agravarse en los próximo meses
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¿Qué sucedió en la década de los 90 y cuáles fueron las consecuencias para la isla por el derrumbe de la Unión Soviética y el desmantelamiento del bloque socialista? ¿Qué fue el Periodo Especial? El Banco Central de Cuba ofrece un rápido recuento. Va, pues.
El desmoronamiento del bloque socialista y la caída de la URSS se reflejó en prácticamente todos los indicadores macroeconómicos de la isla: de 1989 a 1993 el producto interno bruto cayó 35 por ciento. En ese periodo las importaciones se desplomaron, mientras el déficit fiscal llegó a 33.5 por ciento del PIB. En el transcurso de esta etapa, el país se vio obligado a disminuir el consumo de combustible a menos de la mitad del empleado en 1989.
Cuba enfrentó a inicios de los años 90 un complejo y adverso escenario en sus relaciones económicas externas, que implicó extraordinarias dificultades a su desarrollo. El modelo económico sufrió la pérdida abrupta de las relaciones comerciales y financieras que durante más de 30 años habían sido establecidas con la URSS y los países del bloque socialista.
A ello se sumó el recrudecimiento de la guerra económica de Estados Unidos contra la isla y la aprobación de nuevas leyes por el Congreso estadunidense tendientes a fortalecer el bloqueo (la Torricelli, en 1992, y la Helms-Burton, en 1996).
La extinción de la URSS y del bloque socialista significó la pérdida de más de 80 por ciento del comercio exterior de Cuba, y entre las afectaciones sobresalió la sensible disminución de los ingresos por exportaciones, no sólo por la desaparición de los mercados, sino por la caída de los precios y la escasa disponibilidad de divisas propias y a la reducción de los créditos.
La reducción de las importaciones influyó considerablemente en el sector exportador, ya que éste utilizaba insumos y bienes de capital que no eran producidos nacionalmente. Aunado a ello, se incrementaron los gastos por fletes, se perdieron los acuerdos del tráfico regular de buques con los países del otrora bloque socialista; desaparecieron créditos en condiciones ventajosas (plazos y tasas de interés); se paralizaron numerosas inversiones y gran cantidad de equipos agrícolas, de construcción, transporte y otros, tanto por la reducción del suministro de partes y piezas de repuesto, como por la disminución de combustible para su operación. La asistencia técnica se redujo a su mínima expresión, se elevaron tarifas y se exigieron pagos en divisas fuertes.
En la última década del siglo XX, la abrupta disolución de los singulares nexos de asociación con los antiguos países socialistas forzó a Cuba, por segunda vez en pocos años, a enfrentar un proceso de reconversión tecnológica e industrial y de reorientación de sus vínculos comerciales con el exterior, en circunstancias muy desfavorables por la profundización de la guerra económica desatada por Estados Unidos y la casi absoluta marginación de los mercados financieros internacionales. Aun así, no se destruyó lo alcanzado en los terrenos social y político.
Las rebanadas del pastel
En pocas palabras, tras 12 mandatarios gringos y 60 años de permanente agresión, la economía isleña se zarandea, pero no se rompe.
Twitter: @cafevega