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Estados Unidos contra Cuba, para variar
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unque nadie lo creyó ni lo cree en Cuba, el fake news del supuesto ataque a diplomáticos en La Habana con la pistola mágica de James Bond, acertó en la opinión pública estadunidense.

En las tendencias de búsquedas de Google (Trends), el término sonic attack (ataque sónico) no existía en el interés de los estadunidenses hasta el 9 de agosto de 2017. Ese día el Departamento de Estado develó la fábula de las agresiones a diplomáticos de Estados Unidos (EU), dos funcionarios fueron expulsados sorpresivamente de la embajada de Cuba en Washington y medios y redes se enzarzaron en demandas de relatos conspiranoicos para intentar explicar sospechas infundadas. Pocos después, EU cerró su consulado en La Habana.

Decenas de científicos han reclamado evidencias de una trama que desafía las leyes de la física. Hasta hoy brillan por su ausencia, pero Google Trends nos dice que ataque sónico sigue asociado con noticias sobre la isla originadas en Estados Unidos y que la mayoría de quienes siguieron los insólitos despachos sobre Cuba, no se ha enterado de los desmentidos.

La dictadura mundial naturaliza el disparate y adormece lo sentidos, como lo hizo en los días de las luces sobre un fondo verde, la primera transmisión en directo por televisión de una guerra que encubrió la matanza en Irak. Tom Johnson, presidente de CNN durante la primera guerra del Golfo en 1991, relató a la Atlanta Magazine que Ted Turner le dio carta blanca presupuestaria para cubrir el conflicto: Gasta lo que creas necesario, amigo.

Como se sabe, en la era de las redes se invierte infinitamente más de lo necesario para dominar la conversación social y destruir la confianza o sembrar dudas, principios básicos de la intoxicación informativa. Si así no fuera, ni Google ni Facebook serían los pulpos que son. Lo extraordinario es que en la transmutación de la retórica de las armas de destrucción masiva a los ataques sónicos participan los mismos actores de antaño, pero sin una gota de la gracia que alguna vez tuvo James Bond.

John Bolton, uno de los arquitectos de las mentiras que condujeron a la guerra en Irak en 2003 y que inventó entonces sin éxito que Cuba producía armas biológicas, en noviembre pasado aseguró que La Habana había cometido ataques despiadados contra la embajada de Estados Unidos, falsedad que ha repetido sin pudor este miércoles. Ha sido él, también, uno de los cerebros de al menos cuatro grandes paquetazos contra Cuba en los pasados meses. De diciembre a abril se amplió la llamada lista restringida de empresas cubanas con las que pueden relacionarse comercialmente los estadunidenses; castigaron a navieras que transportan petróleo entre la isla y Venezuela, y pusieron fin a un acuerdo con las Grandes Ligas.

Ayer, en el Hotel Biltmore de Miami, Bolton llevó a extremos imposibles el discurso de odio contra la troika (Venezuela, Nicaragua y Cuba) y reiteró la decisión, entre otras medidas, de dotar de máximo alcance a la ley del bloqueo a Cuba, la Helms-Burton. Hasta ahora un artículo secundario dentro de esta ley de 1996 había sido suspendido cada seis meses por los presidentes de Estados Unidos, incluido Donald Trump, para evitar el caos de litigar contra empresas de países aliados que tienen inversiones en Cuba y ocupan inmuebles que podrían haber pertenecido hace 60 años a un estadunidense.

A partir del 2 de mayo próximo se aplicará a plenitud la Helms Burton no para la alegada protección de antiguos propietarios, sino para asfixiar más al pueblo de Cuba. Quien hurgue un poco en el pasado comprobará que cuando triunfó la Revolución, el gobierno caribeño llegó a acuerdos de compensación con Reino Unido, Canadá, España y otros países, salvo con Estados Unidos, porque se negó a cualquier entendimiento mientras, en secreto, planificaba la invasión por Playa Girón en 1961.

Tras secuencia frenética de mentiras, lo que la pandilla Bolton intenta hacer es simplemente equivocado y peligroso para los intereses de ambos países. Tratan de presentar a Cuba como una amenaza, pero todos saben que Cuba No Es Lo Que No Es, reaccionó en Twitter la subdirectora de Estados Unidos de la cancillería cubana, Johana Tablada.

Aunque el nuevo latrocinio no cambiará demasiado el panorama de dificultades que ha supuesto esta ley y otras sanciones impuestas por décadas contra la isla, que un juececillo cualquiera pueda acusar de tráfico con propiedades confiscadas a empresas e individuos de Canadá y Europa, es un escandaloso monumento a la extraterritorialidad de las políticas de Estados Unidos, no tiene antecedentes en la historia de la jurisprudencia y sumerge toda soberanía bajo la costra tenaz del coloniaje que exigía limpiar de una buena vez el poeta y líder antimperialista Rubén Martínez Villena.

Estados Unidos consagra que todo territorio ajeno es tierra propia, incluido el de sus más incondicionales aliados, y lo hace con un coctel de mentiras, abuso de poder, avaricia y prepotencia. Para variar.

* Periodista cubana