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Hasta el último minuto dijo no tener miedo a la justicia
 
Periódico La Jornada
Jueves 18 de abril de 2019, p. 19

Lima. Alan Gabriel Ludwig García Pérez (Lima, 23 de mayo de 1949) fue uno de los estadistas más hábiles de Perú. Asumió dos veces la presidencia con estilos opuestos y dijo hasta el último minuto que no temía a la justicia.

Llevaba la política en las venas. Su padre, Carlos García, militante de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (Apra) fue perseguido y detenido en la década de los 50 al igual que millones de peruanos. Eso marcaría al joven Alan García para siempre.

En su juventud fue preparado por Víctor Raúl Haya de la Torre, uno de los líderes del partido fundado a principios del siglo XX según los postulados de la revolución francesa y que ha sobrevivido a las persecuciones de gobiernos militares y civiles. En 1979, al morir Haya de la Torre, fue consolidándose en la dirección del partido apenas entrado en sus 30 años.

García ganó la presidencia en 1985, cuando tenía apenas 36 años, en medio de un respaldo popular masivo, que lo llamó el presidente de la esperanza, con discursos intensos en los que criticaba la expansión neoliberal de esa década.

Su primera gestión se caracterizó por una profunda crisis económica y su rebelión contra los dictados financieros del Fondo Monetario Internacional.

Con una inflación anual que llegó a más de 7 mil por ciento, en 1987 iniciaron olas de protestas lideradas por el escritor Mario Vargas Llosa.

Su primer mandato se desarrolló en medio de enfrentamientos con las guerrillas de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, por los que su gobierno fue acusado de ineficiencia y de excesos en la lucha antisubversiva.

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▲ Alan García en imagen del 28 de julio de 1988, durante su primer mandato en Perú.Foto Ap

Apoyó la candidatura presidencial de un postulante independiente y desconocido, Alberto Fujimori, para evitar el triunfo del entonces candidato Mario Vargas Llosa.

Fujimori ganó, pero pagó mal a García, a quien persiguió acusándolo de corrupción.

En 1992 Fujimori disolvió el Congreso, suspendió la Constitución y envió tropas a la casa de García, quien fue advertido a tiempo. “Subí por las escaleras buscando mis pistolas. Tenía dos con nueve balas cada una y disparé las 18 al aire mientras ellos se preparaban para derribar la pared del estacionamiento de mi casa con un pequeño tanque y trepaban las ventanas", relató.

García huyó escalando una pared de su casa y pasó por los techos de cinco viviendas vecinas hasta llegar a una construcción donde se refugió hasta ser conducido a la embajada de Colombia, la cual garantizó su salida de Perú.

Tras nueve años de exilio y prescritos los delitos que se le imputaban regresó a su país en 2001. Fue electo nuevamente en 2006 e impulsó una política económica ortodoxa, considerada exitosa al avanzar con las reglas del libre mercado que llevaron a la multiplicación de tratados bilaterales de libre comercio.

Su segunda gestión concluyó en 2011 con notables logros macroeconómicos que se vieron empañados por acusaciones de presunta corrupción con la constructora brasileña Odebrecht. En diciembre pasado buscó refugió en la embajada de Uruguay, pero se le negó.