Uno de los grandes atractivos en el exterior de la catedral de Notre Dame son el conjunto de gárgolas de piedra. Gárgola viene del francés gargouille. En Francia las gárgolas vienen de la leyenda de La Gargouille, cuento oral galo muy antiguo que relata cómo un dragón asolaba una localidad, consumía y se tragaba todo lo que encontraba a su paso. La Gargouille fue quemado en la hoguera, pero según la leyenda no así la boca ni el cuello, y por eso los ciudadanos decidieron colocarlos en el tejado del ayuntamiento.

Una de las leyendas de las gárgolas de Notre Dame más famosa es la de Juana de Arco. Según cuenta la tradición oral, las gárgolas de Notre Dame despertaron el día que llevaron a la Doncella de Orleans a la hoguera y arrasaron la ciudad durante la noche. Al día siguiente París amaneció lleno de cadáveres de las personas que habían acudido a la ejecución.

Al igual que el alebrije, la gárgola es un ser imaginario, aunque representado generalmente en piedra, que posee características a menudo grotescas. Las primeras gárgolas fueron bautizadas con el nombre de grifos. Cumplían tres funciones básicas: desaguar los tejados, decorar dichos desagües con una finalidad estética y, apoyada en creencias populares y leyendas, servían para ahuyentar al demonio y otros espíritus del mal.

Las gárgolas que se asoman, a manera de esculturas, sobre la fachada de Notre Dame, son una invención del restaurador Eugene Viollet-Le-Duc a raíz de una masiva intervención en la catedral a partir de 1846, ya que las originales se encontraban demasiado alejadas del espectador.

Los más recientes trabajos de restauración de la catedral de Notre Dame habían comenzado en junio de 2018. Había gárgolas, también llamadas quimeras que estaban rotas.