Gasolina, como siempre // Shell se lleva la palma
a competencia económica os hará libres, cacarearon los neoliberales a lo largo de 36 años, y a estas alturas, con (supuestos) competidores aquí y allá, y los sectores económicos abiertos de par en par, los consumidores mexicanos no dejan de pagar elevadísimos precios por servicios deficientes e incompletos.
En el cuento de nunca acabar, uno de los ejemplos clásicos es el de las estaciones de servicio (más de 12 mil 500 en el país). Pasan los gobiernos, transcurren los años, se reportan todo tipo de campañas a favor del consumidor
, y en plena competencia
no pocas gasolineras siguen vendiendo litros de 700 mililitros, manejan los precios a conveniencia y exprimen a la clientela.
En la mañanera de ayer, el presidente López Obrador dio cuenta del enorme diferencial en los precios finales de los combustibles, especialmente el que pagan los consumidores por litro de gasolina Magna.
De acuerdo con la información proporcionada ayer, el diferencial de precios (promedio) llega a ser de casi 10 por ciento y la que mayor raja saca es la trasnacional angloholandesa Shell, la cual (versión neoliberal) llegó a México para competir, ofrecer productos de mejor calidad y más accesibles al consumidor.
Días atrás el Presidente anunció que su gobierno podría crear un grupo de estaciones de servicio para vender combustibles a precio justo y litros de litro, siempre con el objetivo de que el consumidor salga beneficiado, es decir, que obtenga, íntegro, lo que paga.
Pero todo esto no es nuevo. Por ejemplo, en agosto de 2006 –por finalizar el sexenio foxista– la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) instaló un semáforo (rojo, roban todo; amarillo, roban casi todo; verde, no roban, o, como diría Hilario Ramírez Layín, roban poquito) para que los usuarios de las gasolineras que por aquellos ayeres operaban en el país conocieran en detalle quién era quién en eso de los litros que recurrentemente no eran (ni son) de a litro, es decir, la famosa cuan vieja práctica de la ordeña.
El resultado de tal ejercicio fue terrorífico para los consumidores: entre 40 y 45 por ciento de gasolineras que en ese entonces operaba en el país (7 mil 554) descarada y cotidianamente atracaba a la clientela al venderle litros de 700 mililitros, robo que, de acuerdo con las cifras de la Profeco, equivalía a no menos de mil millones de dólares anuales. Y por aquellos días todas las estaciones de servicio eran franquicias de Petróleos Mexicanos, otorgadas a particulares, en especial a los amigos del régimen.
Pero, sin proponérselo, tal semáforo desnudó las escandalosas prácticas de un grupo gasolinero del sureste mexicano perteneciente a una familia española, uno de cuyos integrantes terminaría instalado, dos años después, en la oficina principal de la Secretaría de Gobernación. Se trataba del Grupo Energético del Sureste (GES), de la familia Mouriño, cuyo cachorro, Juan Camilo, se convertiría en el preferido de Felipe Calderón.
La Profeco documentó que, de acuerdo con el citado semáforo, 97.14 por ciento de las gasolineras de ese corporativo reportaba irregularidades, lo que se traducía en que sólo una de las –en ese entonces– 38 estaciones de servicio propiedad de los Mouriño en Campeche, Tabasco, Quintana Roo y Yucatán despachaba litros de a litro, récord de ordeña para quienes se decían apasionados del cambio y la competencia y presumían manos limpias
.
¿Sanciones? Ninguna. Por el contrario, a estas alturas oficialmente ese corporativo cuenta con 53 estaciones de servicio y se amplió a los estados de Veracruz, Oaxaca y Chiapas. Y como el citado, muchos ejemplos más, sin considerar las estaciones de servicio de otras marcas que han sido señaladas de huachicoleras.
Las rebanadas del pastel
Por cierto, el precio de la gasolina en Estados Unidos (del que México importa el grueso del combustible) se mantiene 27 por ciento abajo del que se cobra en nuestro país, en donde la competencia os hará libres
.
Twitter: @cafevega