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¿La fiesta en paz?

Rodolfo Gaona y el desastroso final de su exitosa carrera en España

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l 12 de abril se cumplieron 94 años de la apoteósica despedida en la plaza El Toreo de la colonia Condesa del maestro Rodolfo Gaona Jiménez, a mi entender el torero extranjero con más carácter, elegancia y personalidad que haya triunfado en España, pues debió enfrentar y salvar inimaginables obstáculos dentro y, sobre todo, fuera de los ruedos, ante la alarma que causó la inevitable internacionalización que habría de sufrir la tauromaquia tras los continuados éxitos del azteca, con un perturbador sentido del tiempo al realizar las suertes.

Cuando se suelta el rebuzno de que el toreo es universal, una de dos: o se carece de información histórica suficiente o se quiere justificar la sistemática globalización de la fiesta de toros a cargo de los despachos madrileños, mediante un añejo colonialismo taurino no por perjudicial para la evolución de la fiesta menos provechoso para la vocación conquistadora e insensible de España y sus socios en el nuevo mundo.

El Indio Grande, como también se le llamó al Califa de León y al Petronio de los Ruedos, así como desarrolló en la península ibérica la carrera más exitosa que forastero alguno haya podido soñar, su percepción y carácter desplegados delante de reses y alternantes no logró conservarla fuera de los ruedos y en los momentos más decisivos, cuando diversas trincheras enfocaron sus baterías contra el incontenible diestro leonés, cuyo elegante y seductor atrevimiento había que detener a toda costa.

A partir de 1909 Gaona, a base de personalidad, carácter y técnica, se hace primera figura en España, en medio de Bombitas, Machaquitos, Pastores, Belmontes y Gallos, cuyo miembro más joven, el poderoso en todos sentidos José Gómez Gallito o Joselito, inició contra el mexicano una guerra sucia en la prensa y con las empresas, pues el rival a vencer no era el ensimismamiento dramático de Belmonte sino la personalidad arrolladora y lúdica de Gaona.

Por eso, Gallito, alternativado desde septiembre de 1912, buen cuidado tuvo de no venir nunca a México, a diferencia de su hermano Rafael, su cuñado Ignacio y de Juan. Los mexhincados arguyen que se debió a la prohibición del presidente Carranza en julio de 1917, pero en cuatro temporadas… A Joselito le ofendían la elegancia y el temple de Rodolfo con las telas y su estilo de banderillear con gracia y desenfado a la vez y, junto con el sistema taurino, perder la exclusividad de la tauromaquia, luego de los antecedentes discretos de Ponciano Díaz y Vicente Segura.

Pero la guerra en España contra Gaona culminaría al efectuarse el matrimonio-capricho-trampa con la actriz de teatro Carmen Ruiz Moragas, en noviembre de 1917, luego de haber toreado 77 corridas esa temporada. Se conocieron en Madrid, estrecharon relaciones en Lima, se casaron en Granada y a los dos meses se separaron –no existía el divorcio–, dejando al exitoso torero desmoralizado, calumniado y desvalijado, pues por mera coincidencia la Moragas era ni más ni menos que la amante del rey Alfonso XIII desde 1916, dato soslayado por biógrafos e historiadores, que seguramente Rodolfo ignoró en su antojadiza decisión, sin saber que era utilizado como tapadera por los padres de la actriz. El leonés en 1918 todavía lidió 70 corridas y otras más en 19, aunque sin el ímpetu ni la autoestima de antes, que sólo su carácter le permitió recuperar de regreso a México, donde sería el amo de 1920 a 1925. Cuando en 1923 Gaona quiso despedirse del público de Madrid, un sindicalismo proteccionista se lo impidió. El falso universalismo de la fiesta había comenzado.