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Por naturaleza, los humanos somos nómadas, migrantes

Aarón Govea dirige y actúa Mundo Lunaticus en el teatro El Granero

Foto
Todo el tiempo estamos desplazándonos, asevera Aarón Govea.Foto cortesía de la producción
 
Periódico La Jornada
Domingo 14 de abril de 2019, p. 6

A punto de emprender la travesía, una duda lo asalta: Tengo pocas cosas. ¿Me llevaré todo? Lleva todo, le responde una voz interior. Al instante, guarda sus pertenencias en la maleta, pero aquella voz vuelve: Deja todo. O no. Lleva todo, sugiere. “No, déjalo. O… ¿llévalo?”, un dilema que marca el periplo del protagonista de Mundo Lunaticus, puesta en escena que plantea el tema de la migración desde una perspectiva alejada de los paradigmas políticos y sociales.

Hay una constante en todo el mundo: estamos olvidando que (los seres humanos) somos nómadas, que está en nuestra naturaleza, declaró Aarón Govea, actor mexicano, autor y director del juego escénico en entrevista. “Hoy en día vemos a alguien ‘que emigra, como quien se tiene que ir a otro país’”.

Sin embargo, agregó, “todo el tiempo estamos desplazándonos de una u otra forma –de una colonia a otra, de un trabajo a otro– porque eso nos enriquece culturalmente, como personas y también nos hace entender a los otros”; con este planteamiento fue que Govea creó Mundo Lunaticus, un viaje sobre el ser nómada y el impulso por descubrir otro lugar.

Obra sin narrador

A través de escenas independientes, cuyo único hilo conductor es el desplazamiento humano, el espectador empieza a crear la historia, por lo que cada uno de los presentes hará su propia interpretación. Debido a que no hay narrador, la obra todo el tiempo está invitando a su público a imaginar, a interpretar, a preguntarse qué está sucediendo con el único actor en medio del foro, detalló Govea.

Mundo Lunaticus elige omitir el texto y “se apoya en otras disciplinas escénicas, como la danza –en la búsqueda de manifestar sentimientos a través de la expresión corporal–, el mimo, la pantomima”, el circo y la animación de objetos.

También “hay música en vivo –basada en la pieza Dios nunca muere, de Macedonio Alcalá, y fragmentos de El Cascabel, canción popular mexicana–, pero no es ambiental, sino que las melodías se convierten en un personaje que interactúa con las mismas acciones que ocurren en el escenario”.

Además, la iluminación –diseñada por Jorge Kuri Neumann– se transforma en una escenografía, genera un espacio, un lugar, crea una atmósfera y también entra en diálogo con el actor.

Así, a la velocidad que permiten unos patines o con la cadencia de un corredor visto en cámara lenta y con intervenciones escénicas y musicales de la artista francesa Maud Giboudeau –cuya tarea o propósito es ser una especie de energía que impulsa o da razones para seguir contando la historia de alguien que todo el tiempo tiene que estarse desplazando, cuestionando incluso su propia identidad a través de este viaje–, es que en poco más de 60 minutos, la puesta en escena busca que el público “olvide los paradigmas en torno a la migración.

“Lo que intento es recuperar la idea de que cada vez que decimos ‘es un migrante’, por un momento evitemos ver la parte política y social y recordemos que esa persona es alguien como yo, un ser humano que simplemente está yendo de un punto a otro por curiosidad, por placer, por necesidad, por una infinidad de razones”, explicó.

Somos personas y se trata de recuperar eso. Puede ser muy simple, lo escuchamos por todos lados, enfatizó, pero me parece que no es tan sencillo lograrlo.

Mundo Lunaticus, juego escénico creado a partir de residencias artísticas durante 2017 y participante en diversos festivales internacionales, como UrbANA IjubljANA award en Eslovenia, está dirigido a todo público (a partir de los 12 años) y se presenta lunes y martes en el teatro El Granero, del Centro Cultural del Bosque hasta el 7 de mayo.