s machismo lo que hay atrás del #MeToo. Es el desprecio a lo femenino, un rasgo arcaico arraigado en nuestras culturas; no es un rasgo mexicano, no es de carácter nacional, es un flagelo con el que crecemos mujeres y hombres de todo el planeta, que tiene diversas expresiones regionales y de clase.
Muchísimas mujeres quisiéramos que desaparezca ese rasgo cultural que es causa de múltiples formas de sufrimiento y angustia; hay también hombres que comparten con nosotras la pretensión de erradicar el machismo. Y no hay duda, el peor rostro del machismo son las formas de violencia contra las mujeres. El silencio al respecto es otro rasgo cultural: crecimos con la idea de que eso se calla, eso no se dice, de eso no se habla.
Para romper el silencio, las jóvenes mexicanas hoy recurren a las redes sociales ( #MeToo) para denunciar las violencias sexuales que viven en los ámbitos laborales, escolares, artísticos y culturales. Por la enorme potencia de estos medios, el eco se multiplicó exponencialmente y mostró que la violencia machista ocurre en todas partes, incluyendo entornos universitarios y creativos, con dimensiones mayores de las que suponíamos. Porque los medios virtuales permiten expresar experiencias puntuales de abuso de poder y agresiones sexuales contra las mujeres sin tener que vulnerar la confidencialidad ni la identidad de quien las sufre. Las jóvenes han decidido hablar en las redes ante la omisión de las autoridades para escucharlas y atenderlas.
Hoy tengo una posición de autoridad, y como parte del gobierno de esta ciudad comparto la responsabilidad de escuchar y de atender a las mujeres que viven cualquier forma de violencia. Como titular de la Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México y en conjunto con la Procuraduría General de Justicia, hemos manifestado el compromiso de contribuir a prevenir, atender e investigar las violencias de género contra las mujeres y niñas que ocurren tanto en el ámbito privado como público de esta ciudad. Nos hemos pronunciado para reconocer que esta violencia es sistemática, que se encuentra naturalizada, que se manifiesta de diversas formas y limita el pleno ejercicio de sus derechos.
En los espacios laborales y escolares se están denunciado casos de violencia cometidos por personas conocidas o de confianza y en ausencia de testigos, que obligan a investigar los hechos sin poner en duda su credibilidad, aplicando las reglas de valoración que fueron sostenidas por la CIDH, al resolver los casos de Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú, según los estándares establecidos por la Suprema Corte de Justicia, cuando se considera la naturaleza traumática de los actos y la declaración de la víctima como una prueba fundamental.
Para proteger de manera efectiva y garantizar los derechos de las mujeres estamos trabajando con toda energía. En la Secretaría de las Mujeres se están fortaleciendo las Unidades Territoriales o Lunas en las 16 alcaldías, en las cuales se ofrece orientación, atención sicológica y jurídica; este mes se están instalando módulos de abogadas de las mujeres, quienes les ofrecen escucha, orientación y acompañamiento en la denuncia en las 78 agencias de los ministerios públicos de la ciudad. Por su parte, la Procuraduría de Justicia está mejorarando las áreas especializadas que brindan atención a mujeres y niñas víctimas de violencia, entre las que se encuentran los Centros de Justicia para las Mujeres; los Centros de Atención a Víctimas; la Fiscalía para la atención de delitos sexuales; la Fiscalía de trata de personas; así como el Refugio Especializado para Niños y Niñas Víctimas del Delito de Trata de Personas. Se organizaron grupos de supervisión y análisis para la adecuada investigación del delito de feminicidio, además de capacitación, creación e implementación del Programa Integral de Atención, Investigación y Combate a la Impunidad del Delito de Feminicidio.
El grado de la violencia marca como prioridad escuchar a las mujeres que viven situaciones de violencia, ofrecer una atención integral de calidad y mejorar el acceso a la justicia. Es momento de revisar las estrategias a la luz de las nuevas narrativas, así como de incidir sobre las causas estructurales y culturales que nos permitan reducir o erradicar la violencia, al menos en el mediano plazo.
Me hice antropóloga cuando entendí que la sexualidad y el género eran una construcción cultural. Los dispositivos teóricos y técnicos ayudan a comprender la complejidad que rodea a estos temas, la tendencia que tienen las creencias para perpetuarse, así como la fuerza de la historia para cambiar en lo concreto lo que es mucho más difícil de transformar: las ideas y las creencias. Para el cambio cultural estamos trabajando territorialmente con las mujeres y también con hombres jóvenes para que nos ayuden a fortalecer la solidaridad, tanto en instituciones laborales y educativas, y a recuperar el espacio público en colonias y vecindarios, porque es con la gente con quien debemos construir una vida sexual feliz y terminar con el machismo.
* Secretaria de las Mujeres de la Ciudad de México
Twitter: @Gabrielarodr108