Entre la abulia y el desinterés de los legisladores transcurrió la ceremonia solemne en San Lázaro al cumplirse 100 años del asesinato del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata. Esto, a pesar de que los partidos aprovecharon para, en su nombre, lanzarse recriminaciones políticas.

Eso sí, prácticamente ninguno renunció a engolar la voz para proclamar Zapata vive, la lucha sigue y hasta adjudicarse al prócer.

El representante de Morena, Juan Pablo Sánchez, aseguró: si Zapata viviera, con la Cuarta Transformación estuviera, y reclamó a la oposición defender hoy los postulados del héroe revolucionario, mientras que cuando fueron gobierno, los traicionaron.

Sin embargo, el legislador fue muy arriesgado: escogió cuidadosamente los ejemplos para fustigar tanto los megaproyectos de muerte contra las comunidades como a los líderes sociales asesinados por oponerse a aquellos. Y citó solamente, en el primer caso, a la minería a cielo abierto, el fracking y las hidroeléctricas, en tanto de los luchadores populares ultimados sólo se refirió a Noé Jiménez Pablo y su hermano Andrés, así como a José Santiago Jiménez, del Movimiento Campesino Regional Independiente y de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala.

O sea, ni una sola mención para el proyecto, también impugnado por la población, de la termoeléctrica de Huexca en Morelos, ni al líder social Samir Flores, asesinado el pasado 20 de febrero.

Eduardo Zarzosa, representante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), había fustigado a la mayoría parlamentaria. La ideología zapatista, dijo, trasciende a la demagogia del populismo actual. Y si, como dice Morena, Zapata estaría con el actual gobierno, “primero vayan a convencer a sus familiares (…) para que los acompañen en sus actos”, porque se sienten traicionados con el anuncio de que se continuará con la termoeléctrica.

Marco Antonio Adame (PAN) también aprovechó la efeméride para hacer críticas insertadas en el escenario nacional. El país no requiere nuevos caudillismos ni de decisiones unipersonales, planteó.