n los primeros días de abril me reuní con dirigentes del sindicato de Trabajadores del Acero (United Steelworkers) de Canadá y Estados Unidos, así como los de la AFL-CIO (Federación Americana del Trabajo-Congreso de Organizaciones Industriales) de Estados Unidos, en Vancouver. Por invitación de ellos asistí a una reunión en la que se realizó un intenso trabajo de análisis de prioridades y problemas. La experiencia política y sindical de estas organizaciones y sus dirigentes es muy positiva y tiene hondas raíces en el ámbito social en el que se mueven.
A petición de ellos hice una reseña de nuestra experiencia política personal, mía y del Sindicato Nacional de Mineros en tiempos recientes, que incluyen los 12 años de exilio forzado en Canadá al que me vi obligado por la persecución de tres gobiernos de México. Hubo un apoyo casi simultáneo que nos dieron integrantes y dirigentes de la poderosa AFL-CIO, y más tarde los trabajadores de Gran Bretaña y varios países de Europa organizados en grandes confederaciones sindicales internacionales.
Desde hace varios años tuve el honor y el privilegio de llevar a estos grandes foros mundiales la voz de los mineros de México y su lucha incansable, con lo cual mis compañeros del sindicato que me honro en dirigir y yo logramos un apoyo que siempre hemos valorado y que nos seguirá siendo de un absoluto valor positivo en las grandes luchas que vienen más adelante, que ya se manifestaron en las elecciones históricas que le han cambiado la cara a la política mexicana, lo que debemos aprovechar para hacer que este gran cambio del pueblo mexicano tenga la profundidad y permanencia que nuestro país se merece.
Ya de regreso en México nuestra actividad ha sido muy intensa. Junto con el nuevo gobierno, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, participé como candidato a Senador de la República por el partido Morena y obtuve esta posición desde la cual mi horizonte de acciones se amplió positivamente.
Surgen de inmediato tres tareas de suprema importancia: primero, reformar nuestra Ley Minera para limitar el poder de las empresas gigantes, tanto nacionales como extranjeras, que hoy controlan el más de 12 por ciento de la superficie mexicana y a las que se les ha permitido operar con impunidad al atacar los derechos de los trabajadores y de las comunidades locales, así como contaminar los recursos naturales de México.
Segundo, participar en el gran reto que representa la industria del acero, donde al igual que nuestros hermanos Steelworkers de Canadá, somos impactados por los onerosos aranceles impuestos por el gobierno de Donald Trump y la práctica del dumping de China. Pensamos que no somos una amenaza para el gobierno o la economía de Estados Unidos y que preferiríamos trabajar juntos para fortalecer la economía de América del Norte.
Tercero, el reto más urgente es restablecer la negociación colectiva democrática y la reconstrucción del movimiento obrero mexicano, ya que durante 80 años los trabajadores han sido controlados por sindicatos de protección impuestos por el gobierno y por empresas multinacionales.
Hoy la mayoría de los trabajadores de México busca un cambio, pero ahora más cuando aprovechan la coyuntura positiva del T-MEC que exige al gobierno mexicano un marco laboral que brinde a los trabajadores mexicanos mejores salarios y un mayor bienestar.
Este esfuerzo de los trabajadores mexicanos se enfila hacia un nuevo sindicalismo que ya da pasos contundentes. El 13 de febrero de este año fue creada la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT) donde los mineros han jugado un papel clave en su lanzamiento. La nueva CIT abarca ya no sólo a los obreros de la minería y la manufactura, sino a todas las industrias de México. Actualmente cuenta con 19 federaciones diversas y 188 sindicatos. El proceso marcha con mucha velocidad, lo que se confirmará en nuestra primera asamblea nacional a realizarse este 17 de abril.
Ya tenemos registro oficial desde el 13 de marzo y eso nos da la perspectiva de seguir creciendo. Creo que los avances de la nueva confederación han sido logrados en tiempo récord para una agrupación de este tamaño. Los trabajadores de México nos están buscando para sumarse a la nueva organización de los obreros de México y nosotros estamos respondiendo en consecuencia.
Dada nuestra experiencia anterior, tras una persecución perversa de 12 años continuos, tenemos la plena confianza de que, como tuvimos éxito en el pasado, lo lograremos en el presente y en el futuro.