Malos días para Carranza y Zaragoza // La ignorancia de diputados morenos de Hidalgo // Funcionario pone en 1917 la gesta del 5 de Mayo
videntemente, para ejercer algún puesto de representación popular u ocupar un cargo en la administración pública no es preciso ser analfabeto, ignorante, lerdo o tonto de capirote. (Ojalá todos fuéramos tontos de capirote a la manera de Pablo Neruda, a quien su padre, jugando, así solía llamarle. Véase su poema Autorretrato). Pero tampoco características de este jaez son óbice insalvable para ostentar tal posición, es más, a veces ayudan y mucho. Los ejemplos que todos conocemos son numerosos.
Pues que un grupo de diputados, de la bancada morenista en el Congreso de Hidalgo, publicó un manifiesto en contra del gobernador Omar Fayad, a quien acusan de emprender contra ellos una guerra sucia. (¿En verdad podría ser limpia tomando en cuenta a los contendientes?) Pero, lo más grave: al mandatario estatal le imputan que se quiere “ carrancear más de 750 mil millones de pesos”. Hacía muchísimo tiempo que no había visto ni oído trastocar, en un verbo, tan falsario e injusto, el apellido del varón coahuilense, el primero en rebelarse en contra del magnicidio infame del que fue víctima el presidente Madero. Carranza, sin ser el más avezado de los militares revolucionarios, logró por su estatura de patriota, hombre de convicciones, honorable, recio y aguerrido, ayuntar en un solo empeño a los grandes caudillos Maytorena (el primero), Obregón, Calles, Ángeles, Zapata y Villa. Carranza les hizo ver que, solamente unidos, podían conjuntar la fuerza necesaria para derrotar al viejo ejército federal que continuaba empoderado en torno a Huerta. No se pedía a nadie arriar banderas ni olvidar principios, tan sólo ser compañeros del viaje
para rencontrar el camino.
En el tiempo ofrecido, Carranza convocó a la elección del Constituyente (19 de diciembre de 1916) y éste comenzó sus labores puntualmente en enero de 1917. El 5 de febrero la Constitución que nos rige era promulgada.
¡Qué angustia la estrechez de mi espacio para no poder justificar mi pregunta!: ¿Saben esos diputados morenos que se han incorporado a la fifinería transgeneracional por su supina ignorancia? Carrancear fue el verbo con el que hacendados, terratenientes, autoridades y por supuesto la clericalla, nominaron a las incautaciones de los bienes mal habidos (por siglos), y que servían para reforzar a las tropas represivas. Vale la pena hablar al respecto. Seguramente los ejércitos de los Aliados mucho nos podrían ilustrar.
Definitivamente, estos no son buenos días para los coahuilenses. O deme usted su opinión. Ignacio Zaragoza nació mexicano en 1829. Murió texano en 1862. Bahía del Espíritu Santo, su terruño, ya era en ese año parte de la rapiña texana y yanqui que nos devoró la mitad de nuestro territorio.
Pero desde el primer hálito de vida, el 25 de marzo de 1829, hasta el último que selló su existencia heroica y generosa, el 25 de marzo de 1862, este coahuilense estuvo hecho de patria.
Todos sabemos que fue él quien comandó las fuerzas nacionales que… bueno, para qué me autoflagelo. Corrijo: ya cada vez menos saben que Ignacio Zaragoza comandó las fuerzas nacionales que ganaron al primer ejército del mundo, la batalla del 5 de Mayo, en Puebla (por cierto, con la ayuda imprescindible de los pinches indios
(doctor Goiry dixit) zacapoaxtlas. Esta batalla, insisten los historiadores fifís, no tuvo mayor importancia militar. No discuto al respecto, pero afirmo: el triunfo del 5 de Mayo fue definitivo para que todo un jodidísimo pueblo gritara por primera vez una consigna que aún perdura: SÍ SE PUDO!
Sicológica, emocional, anímicamente, ese triunfo que la fifería clasista y transgeneracional pretende disminuir y ridiculizar no se hubiera podido dar el 15 de mayo de 1867 (ni, por supuesto, el 19 de junio, fecha en la que cayeron fusilados el mesías austriaco y los traidorzuelos Miguel Miramón y Tomás Mejía).
Pequeños detalles: No sé cuántos años tenga el ignaro e irresponsable funcionario Hugo Fernando Huesca, director administrativo de la Secretaría de Cultura, que convirtió la batalla del 5 de Mayo en un simple accesorio de la Constitución del 17, pero le transmito un viejo breviario cultural de los sesenta: Ignacio Zaragoza murió apenas cuatro meses después de la histórica batalla. ¿Sabe usted de qué? De una enfermedad infecciosa que seguramente ya lo aquejaba en los meses previos a la fecha histórica. No sé qué edad tenga don Hugo Fernando, pero supongo que es ligeramente mayor a la del general Zaragoza, quien murió a los 33 años.
Twitter:@ortiztejeda