ace unos días falleció doña Matilde Reyes Martínez, maestra de profesión y cronista de vocación, quien recogió y difundió amorosamente la historia de Mixcoac, su barrio. En el programa de Canal 11, Crónicas y Relatos de México que grabamos ahí, doña Matilde, con su característico cabello rojo flama recogido en un coqueto chongo, nos acompañó en parte del recorrido. A sus 83 años caminaba con entusiasmo mostrando con orgullo edificaciones, calles, rincones, contaba anécdotas y leyendas.
Su memoria va a permanecer viva en las calles de su barrio y en la de cientos de alumnos que pasaron por sus aulas.
En su recuerdo vamos a darnos un paseo por Mixcoac, cuyo nombre significa culebra de nubes
o donde se adora a Mixcoatl
, dios mexica de la caza. En la demarcación sobrevive una pequeña zona arqueológica, a un costado del periférico, que muestra los vestigios de un asentamiento y un adoratorio. Se dice que Mixcoatl fue un hombre que, de acuerdo con la cosmovisión prehispánica, se convirtió en dios. Guió a sus compañeros desde las tierras del norte hasta la cuenca de México cuando aún no existía Tenochtitlan.
No obstante estar situado en una zona céntrica rodeada de vías de gran circulación: Río Mixcoac, Patriotismo, Insurgentes y Extremadura, Mixcoac conserva un aire provinciano en muchas de sus calles y plazas. Una de mis favoritas es la que lleva el nombre de Valentín Gómez Farías, ya que aquí se encuentra la casona donde vivió sus últimos años el destacado liberal. En estos momentos es importante recordar su lucha por la abolición de los fueros y privilegio eclesiásticos.
Actualmente el inmueble lo ocupa el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Curiosamente este personaje, quien fuera sacerdote, era de ideas liberales que lo llevaron a combatir el poder político del clero, apoyar la educación laica y proponer reformas educativas. Una época fue consejero de Valentín Gómez Farías. Si hay más allá, ambos deben estar felices con esta situación.
La institución académica se creó en 1981 mediante un decreto presidencial y se le reconoce en el ámbito académico nacional e internacional por la excelencia en la investigación en historia y ciencias sociales, así como por la calidad de las maestrías que imparte.
La plaza la preside un hermoso templo: la parroquia de San Juan Evangelista y Santa María de Guadalupe. Conserva su atrio arbolado y en la fachada luce un primoroso relieve tallado en la piedra que muestra a la guadalupana. El interior perdió los retablos barrocos, pero le decoraron las bóvedas, la cúpula, el coro y se le colocaron vitrales polícromos.
Del otro lado de la plaza se levanta una preciosa casa en el estilo afrancesado que caracterizó la segunda mitad del siglo XIX. Perteneció a Irineo Paz, periodista historiador y político. Muy al estilo de esos polifacéticos hombres decimonónicos, también tomó las armas, en su caso, en contra de los franceses.
En su época fue muy comentado porque en un duelo mató a Santiago Sierra, hermano de Justo Sierra, el fundador de la Universidad Nacional. Y.... fue abuelo de Octavio Paz, quien vivió en esa casona su infancia y parte de su juventud. En su poema Epitafio sobre una piedra, dice el premio Nobel:
Mixcoac fue mi pueblo: tres sílabas nocturnas
Un antifaz de sombra sobre un rostro solar
Vino nuestra Señora, la Tolvanera Madre.
Vino y se lo comió, yo andaba por el mundo.
Mi casa fueron sus palabras, mi tumba el aire.
Hoy la casa es un convento de monjas dominicas que la mantienen en muy buen estado y quienes, por cierto, los fines de semana venden un sabroso pan.
Hablando de pan, ya se nos abrió el apetito, así es que los invito a darnos una vuelta por el mercado de Mixcoac, famoso por sus puestos de comida, especialmente los mariscos. Afamada es la marisquería El Güero. A unos pasos venden unas pescadillas fritas crujientes, deliciosas o si prefiere hay gorditas, huaraches, birria y carnitas que puede acompañar con agua fresca de horchata o jamaica.