Elecciones en BC 30 años después
sistí con un grupo de universitarios a observar el proceso electoral para gobernador en el estado de Baja California en 1989. Recuerdo al politólogo Luis Javier Garrido y a su buen humor. El día de la elección (terriblemente caluroso) transcurrió en paz y en orden. Al anochecer, los periodistas y observadores teníamos certeza de que Ernesto Ruffo Appel, del PAN, le había ganado a Margarita Ortega, del PRI. El partido oficial tenía toda una semana para ajustar a su gusto los resultados, pero Luis Donaldo Colosio, su líder, reconoció el triunfo de su adversario dos días después de la jornada. Por primera vez en 60 años el PRI perdía una gubernatura.
El pueblo bajacaliforniano dio una muestra ejemplar de participación y organización. La oposición se unió con sano realismo y defendió con éxito los votos, logrando una vigilancia efectiva en casi ciento por ciento de las casillas. Las irregularidades fueron acciones descoordinadas y de manufactura local, no hubo fraude profundo y se respetó el sufragio.
Cosa distinta sucedió en Michoacán, donde se le arrebató un posible triunfo al PRD con un fraude de planificación central. Los tres niveles de gobierno actuaron orquestados por instrucciones del gobernador y del secretario de Gobernación a una señal del presidente Carlos Salinas, que de no haber sido un acto perverso nos parecería una operación de administración admirable.
Así, en un solo día, se definió la suerte del régimen y del presidente Salinas, aunque había prometido solemnemente respetar los resultados electorales, se decidió por un trato desigual de sus adversarios. Podemos especular que si hubiera dado un piso parejo para la izquierda y para la derecha, su legitimidad habría valido más que todos los millones gastados en fabricar su imagen que, al final, se precipitó en la ruina.
Treinta años después, miro a través de mis recuerdos el camino accidentado y larguísimo que ha recorrido el país para llegar a la democracia. Hoy en Baja California podría producirse una nueva alternancia después de tres décadas de comicios ordenados y efectivos. Observaremos nuevamente la elección de gobernador, pero ahora con la voluntad política de garantizar el sufragio efectivo.
Colaboró Meredith González.