El presidente municipal Juan Lara Mendoza nunca se quitó el sombrero. Puso sobre la mesa un tambache de hojas, con tipografía de 32 puntos, y comenzó a leer. Su mala vista no le impidió presumir que casi todos los policías municipales aprobaron el control de confianza y una reducción de 90 por ciento en los robos a domicilios.

El alcalde estaba preocupado. Dos días atrás, de madrugada, había desembarcado en el pueblo que habita, Santa Rosa de Lima, un potente operativo de fuerzas federales y estatales con el objetivo de recuperar el territorio y capturar a las cabezas del cártel de Santa Rosa.

Autoridades y criminales, unidos por lazos familiares

Lara, emparentado con jefes del grupo delincuencial según fuentes de inteligencia gubernamentales, alzó la voz contra el operativo gubernamental porque, dijo el 4 de marzo, se cometen excesos. Un día después reiteró: Ha habido excesos, no es necesario mencionarlos porque no se vayan a enojar.

Lara se refería a una ruda declaración del gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, quien recomendó al alcalde poner a la policía municipal a trabajar en favor de la ciudadanía y no de los delincuentes.

En declaraciones anteriores, el alcalde había referido quejas de la población por abusos de la policía estatal en diversos operativos. Le gustaba insistir en el caso de un niño asesinado por agentes ministeriales. Pero en su rueda de prensa no supo responder ni cuándo ni dónde sucedió ese hecho.

Eso sí, le pidió al gobernador que ya deje tantito a León y voltee a ver a Villagrán y a Celaya.

Desde que Vicente Fox contendió por la gubernatura –sus protestas poselectorales dieron lugar a una concertacesión y Ramón Aguirre, el ganador oficial de la contienda, fue obligado a renunciar por Carlos Salinas– los leoneses han controlado el poder estatal. Se dedicaron a gobernar León y nunca voltearon a ver el resto del estado, hasta que hubo muertos todos los días, dice un dirigente de Morena.

Las cosas se han complicado en los años recientes. Entre 2015 y 2018 los homicidios dolosos crecieron 200 por ciento, según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

No es porque sea yo de oposición, pero Guanajuato está deshecho, ya nadie se salva, dice el diputado y ex priísta Miguel Ángel Chico Herrera, uno de los fichajes de Morena en la elección del año pasado.

Arreglos electorales en tierra de huachicol

Juan Lara Mendoza alcanzó su sueño de ser alcalde de su pueblo, Villagrán, al tercer intento. Líder local de la Confederación Nacional Campesina, Lara lo había intentado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que en la pasada contienda de plano lo rechazó como candidato.

Los astros se alinearon fuera de su partido y Lara pudo ser candidato ganador bajo las siglas del Partido Nueva Alianza.

Un ex dirigente de Nueva Alianza en el estado asegura que tanto los líderes locales como el nacional, Luis Castro Obregón, estaban enterados de la sospechosa riqueza del alcalde y que el arreglo de la candidatura incluyó el financiamiento de campañas de otros candidatos de la zona.

Por el lado local, la negociación corrió por cuenta de Juan Elías Chávez, quien ahora preside la comisión de educación del congreso del estado.

Según analistas locales, en Villagrán el Partido Acción Nacional (PAN) puso una candidata de sacrificio para abrir camino al triunfo de Lara.

El acuerdo no sería extraño puesto que, desde siempre, el PAN, fuerza política dominante en Guanajuato, ha tenido muy buenas relaciones con las secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Lo pone así el ex procurador Juan Miguel Alcántara Soria: “Se les maiceaba bien, se les permitía lo que querían y jugaban con el PAN en las elecciones locales. Podían estar a escala nacional en otra dinámica, pero en las locales han jugado con el PAN. Entonces el PAN, en el último caso con Miguel Márquez, pues devolvía los favores, dejándose ganar donde convenía que Nueva Alianza avanzara”.

El mapa político electoral de Guanajuato no es ajeno a la disputa territorial de los distintos grupos delincuenciales.

Un dirigente de Morena asegura que en los municipios donde los enfrentamientos entre cárteles son más rudos el PAN prefirió no meter las manos. Eso no quiere decir que no compitió, sino que no operó con trampas, seguramente para luego desentenderse políticamente del tema de seguridad.

En la lógica del líder partidista, eso explicaría los triunfos en municipios como Salamanca (ciudad sin ley, donde triunfó Morena) y su cercano segundo lugar en Irapuato.

Cuando aún no se disipaba la humareda de los vehículos en llamas –acciones de impacto visual, les llamaría el secretario Alfonso Durazo–, en las redes sociales circuló el audio de una supuesta conversación entre el ex alcalde perredista de Cortazar, Hugo Estefanía, y Noel Lara, El Puma, operador del cártel de Santa Rosa. En la conversación, Estefanía, ahora suspendido como integrante de la dirección colegiada del Partido de la Revolución Democrática (PRD)estatal, aconseja a Noel Lara sobre los negocios que pueden hacerse desde la alcaldía.

En Celaya, la dueña de una posada informa a su huésped: Si no llegas antes de las ocho de la noche ya no te puedo esperar. La propietaria del hostal no vive en el lugar y le preocupa irse a su casa después de esa hora.

Los negocios cierran entre cinco y seis de la tarde

No es exactamente un toque de queda, pero en Celaya, Irapuato, Salamanca y otras ciudades de la región, muchos negocios cierran a las cinco o seis de la tarde. Todo mundo se guarda temprano.

Celaya ha padecido una racha de robos de vehículos con violencia. Según las autoridades, buscan automotores para usarlos en el robo de huachicol.

A principios de febrero, tres vehículos fueron robados con violencia mientras los conductores hacían fila para dejar a sus hijos en el Colegio Andersen, una de las escuelas caras de la ciudad.

Unas 500 personas marcharon a la presidencia municipal con una manta al frente: ¡Basta! Estamos cansadas de vivir con miedo. Siguen esperando respuesta.