Todas las empresas privadas que tienen contratos con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para abastecerla de gas mediante ductos y cuyo servicio permanece suspendido –entre ellas Carso, Ienova y TransCanadá– aceptaron renegociar, pero de no llegarse a un acuerdo en condiciones equitativas iremos por su anulación, advirtió Manuel Bartlett, director de la empresa, durante una conferencia de prensa.

Claro que necesitamos el gas, pero necesitamos que sea accesible y justo, y acorde con la capacidad financiera de la CFE, dijo al criticar que con dichos contratos, firmados durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, la empresa productiva del Estado arrenda en su totalidad y durante 25 años el gas que dichas empresas traen desde Estados Unidos.

El precio de la molécula de gas estadunidense “es muy barata, porque hoy cuesta 2.6 dólares por millón de BTU (la unidad térmica británica que se utiliza para medir el gas), pero su traslado es caro y le pega a las finanzas y patrimonio de la CFE, además que la gran desventaja es que implica una vulnerabilidad muy alta, porque se depende totalmente de esa red, agregó Miguel Santiago Reyes Hernández, director de CFE-Energía y CFE-Internacional.

Bartlett sostuvo que, a diferencia de lo que ocurre con cualquier empresa de energía en el mundo, a la CFE le impidieron ser dueña de sus propios ductos y anunció que en la reorganización de la empresa en el área de generación, autorizada hace dos semanas por la Secretaría de Energía (SE) y que no busca crear nuevamente un monopolio, se establecerá un sistema de inteligencia de combustibles para no estar atenidos a un solo proveedor y conseguir no nada más gas natural, sino también licuado de petróleo y otros combustibles. Los combustibles, dijo, representan 50 por ciento de la generación de la electricidad y se calcula que en 2019 la CFE gastará en ellos 160 mil millones de pesos.

El funcionario también rechazó que la CFE pretenda carbonizar nuevamente al país al país y dejar de lado a las energías limpias, como la eólica y la fotovoltaica producidas a partir del viento y la luz solar. No estamos optando por el carbón como el combustible para desarrollar la industria eléctrica o a la CFE en su generación. Es falso. Tampoco es cierto que nos estemos alejando y desdeñando la energía limpia, de ninguna manera. Mienten quienes dicen eso. Estamos comprometidos a utilizar todas las formas de generación de electricidad, puntualizó.

Consideró que tales versiones que han circulado en semanas recientes se relacionan con la venta de electricidad de empresas privadas a la CFE: El problema es que nos quieren vender más energía eólica que nosotros no queremos comprar porque queremos generar más. En el mercado eléctrico mexicano que se generó (con la reforma), las empresas que están participando son libres de generar con cualquier posibilidad y combustible y hay una inversión extranjera importante en fotovoltaico y eólico, pero nosotros somos libres de tomar las decisiones que nos sean necesarias para competir... Así surge el rumor que estamos contra las energías limpias, pero no tenemos vocación de subsidiar a nuestros competidores.

Amarrada por 25 años

La vocación de la CFE, remarcó Bartlett, es generar electricidad, no comprarla, pero con la reforma la empresa productiva del Estado quedó amarrada con contratos de 25 años a comprar electricidad a compañías privadas. Es una aberración que te obliguen a comprar a tus competidores.

Carlos Morales, director corporativo de operaciones, sostuvo que siempre se ha comprado carbón para abastecer las tres plantas carboeléctricas que tiene la empresa en Coahuila y Michoacán, las cuales generan 9 por ciento de la capacidad instalada y requieren 18.3 millones de toneladas por año.