Sábado 23 de marzo de 2019, p. a12
Jordi Savall acerca de ‘‘la emoción y la alegría de las lágrimas”:
‘‘Las lágrimas vertidas por la música también placen y las lágrimas no siempre nacen de la pena sino a veces también de la felicidad.”
Pascal Quignard en Las lágrimas:
‘‘Un día, antiguamente, Sar la Bruja se sentó frente al mar. Lloró. Canturreó.”
‘‘Porque antiguamente, cuando nos acercábamos a nuestra alegría, hombre y mujer, nos ocurría que reteníamos el aliento. Y con ello el placer resultaba incrementado. Esperar su goce es esperar un extraordinario desfallecimiento cuya hora se desconoce.”
Las palabras de Jordi Savall están en el libro que acompaña su nuevo disco: Musica Nova. La segunda cita corresponde al nuevo libro de Pascal Quignard.
Y es que si uno se sienta, cierra los ojos y pone a sonar Musica Nova, el disco de Savall, savia tibia nace de entre los párpados.
Al frente de su orquesta Hesperion XXI, convertida en un ‘‘Ensemble de viols”, o en un ‘‘Consort of viols”, Jordi Savall nos trae el concierto de las emociones, la armonía en esferas brillantes que reciben el nombre de lágrimas de dicha.
Jordi Savall es uno de los autores de quienes el Disquero suele recomendar a ojos cerrados, oídos abiertos, CUALQUIERA de sus discos. Es uno de los pocos creadores que no tiene un solo disco malo en su haber.
Su nueva grabación discográfica es un acontecimiento.
Tiene un subtítulo que lo enriquece: Harmonie des Nations. 1500-1700.
Al igual que la mayoría, casi la totalidad de sus disco, viene envuelta en un libro. Y ese libro es un tratado sobre el tema de cada volumen. Siempre hay un texto de Jordi Savall en cada uno de esos libros. Y este caso no es la excepción.
Docto, Jordi comienza su argumentación con una fecha clave: el año 1400. El guiño es magistral, pues el Medievo fue un periodo fundamental para la humanidad y sus efectos son tan ignorados que persiste en el imaginario colectivo la idea equivocada de que la era medieval es sinónimo de ‘‘oscurantismo”, cuando en realidad es un espacio para la luz en todas sus manifestaciones: en la arquitectura, en la música, en el cultivo del pensamiento y del saber.
El Medievo fue la era también del poder ubicado en la Península Ibérica y en la formación de Europa.
Fue el tiempo de esplendor de la cultura árabe. El dominio del poder humano en su dimensión mejor: sus capacidades de asombro, justicia, creación artística.
Jordi Savall confirma todo esto:
‘‘Y en ese momento nace ese nuevo instrumento de arco: la viola da gamba, viola de arco o vihuela de arco, a cuyo nombre tenemos que añadir la marca del nuevo periodo, viola renacentista.”
La viola da gamba es el instrumento de Jordi Savall.
Con esa nave nutricia ha creado, no ‘‘rescatado”, ha formado montañas de partituras ordenadas en sus discos, que ya dijimos son también libros.
Su relato en su nuevo libro, en su nuevo disco, lo escuchamos en palabras y en sonidos: ‘‘nace así el consort of viols, una de las formaciones fundamentales de la música de cámara del Renacimiento y del primer Barroco del siglo XVII. Las primeras creaciones musicales para ese nuevo conjunto deben situarse en torno a las actividades musicales de los reyes de la corona catalanoaragonesa, empezando por Alfonso el Magnánimo, que tras la conquista de Nápoles en 1442 establece allí la corte y crea la primera Academia de Artes.”
Sabe Savall que en esa época Venecia era otro polo cultural del mundo.
La armonía de las naciones, cuya música suena en este disco, está conformada, con sonidos de aquella era, por Italia, Francia, Flandes, Castilla, Aragón y Cataluña y especialmente Alemania y la Inglaterra de la época isabelina y jacobita, donde encontramos los compositores más creativos: Christopher Tye, William Byrd, Thomas Tallis, John Dowland, John Jenkins, Henry Purcell y de manera especial William Lawes, autores a quienes el Disquero ha dedicado bastante espacio por la belleza de sus materiales.
En este disco de Jordi Savall, Musica Nova. Harmonie des Nations. 1500-1700, disfrutamos de 15 ejemplos de aquella armonía: obras anónimas y de autores poco conocidos como Hieronimus Parabosco, Giovanni Battista Grillo, Andrea Gabrieli, Samuel Scheidt, Biagio Marini, Giovanni Legrenzi y autores consagrados como John Dowland, OrlandoGibbons y Marc-Antoine Charpentier.
Música preñada de belleza.
Escuchamos cantar a la viola da gamba, ella sola y en coro de violas (consort of viols), la oímos llorar de contento y de emoción profunda, disfrutamos de su florilegio en su florear.
El disco comienza con una imponente Danze Veneziane y entra enseguida al territorio conocido como Musica Nova, con un bellísimo ricercare, forma musical insuperada en tantos siglos y cuyo significado alude a una dialéctica de pensamiento: ricercare significa al mismo tiempo buscar y descubrir, y se alarga hasta el término ‘‘invención”.
Las formas musicales que preñan este disco: fantasías, In nomines, caprichos, ricercare, sonatas, consonancias, folías y lágrimas. La descripción anterior pertenece a Jordi Savall.
‘‘Lágrimas imaginadas por los grandes maestros del Renacimiento y el Barroco.”
Lágrimas como las que observamos en la película Todas las mañanas del mundo, cuya música está a cargo de Jordi Savall con su viola da gamba.
Lágrimas de emoción intensa.
‘‘Porque antiguamente, cuando nos acercábamos a nuestra alegría, hombre y mujer, nos ocurría que reteníamos el aliento. Y con ello el placer resultaba incrementado. Esperar su goce es esperar un extraordinario desfallecimiento cuya hora se desconoce.”
La armonía de las naciones está en el alma.
Está en nosotros.
Escuchemos la música de Jordi Savall.
Una música que escribieron otros, en el Medievo y en el Renacimiento y en el Barroco.
Y él, Jordi, las trae a nosotros.
Su viola da gamba es entonces un gineceo magnífico, un Grial, un receptáculo de lágrimas.
Pero lágrimas de felicidad.