Madrid. Señales gravitacionales sutiles y reveladoras que viajan por delante de los temblores han sido aprovechadas para desarrollar una nueva técnica que ayudará a percibir anticipadamente los terremotos.

El impacto de sismo de Tohoku de 2011, en el este de Japón, aún resuena para muchos, ya que provocó una devastación inimaginable, pero también generó grandes cantidades de datos.

Los científicos aún extraen información para mejorar los modelos y encontrar nuevas formas de usarlos, lo que podría ayudar a las personas en el futuro.

Un equipo del Instituto de Investigación de Terremotos de la Universidad de Tokio (ERI, por sus siglas en inglés) encontró algo en estos datos que podría ayudar a la investigación y que algún día salvaría vidas.

Todo comenzó cuando Shingo Watada, profesor asociado de ERI, leyó un artículo de física sobre un tema no relacionado del Instituto Nacional de Física Nuclear en Italia. El documento sugiere que los gravímetros, sensores que miden la fuerza de la gravedad local, podrían, en teoría, detectar terremotos. “Esto me hizo pensar –relata Watada–. Si tenemos suficientes datos sísmicos y gravitacionales de la época y lugar de un terremoto, podríamos aprender a detectar temblores con gravímetros y sismómetros”.

Los terremotos ocurren cuando un punto a lo largo del borde de una placa tectónica hace un movimiento repentino, lo cual genera ondas sísmicas que irradian desde ese punto a 6-8 kilómetros por segundo. Éstas transmiten energía a través de la Tierra y alteran rápidamente la densidad del material que atraviesan. El material denso imparte una atracción gravitatoria ligeramente mayor que el menos denso. A medida que la gravedad se propaga a la velocidad de la luz, los gravímetros sensibles pueden captar estos cambios de densidad antes de la llegada de ondas sísmicas.