Montevideo. Hace 14 años que un grupo de amigas decidió salir a desfilar por la principal avenida de Montevideo, 18 de julio, con su recién formada comparsa de tambores y así conmemorar el Día Internacional de la Mujer.

Meses antes habían convocado a mujeres de distintos contextos, pero con la misma inquietud: expresarse a través del candombe, mezcla del toque de tambores con la danza de origen africano. Realizaron sólo tres ensayos, entre febrero y marzo.

El resultado fue un espectáculo de 80 tamboreras, más de 50 bailarinas y el entusiasmo de un público que vio nacer la primera gran comparsa de candombe integrada exclusivamente por mujeres en Uruguay: La Melaza.

Hasta ahora se me eriza la piel, cuenta a la Afp Camila Guimaraens, quien asegura ser testigo del impacto que el grupo produjo en ella y otras mujeres.

Las vio por primera vez a los 14 años y hoy, con 24, es una de las integrantes más jóvenes de la comparsa. Era muy chica pero no pasó inadvertido en mi vida. Fue admiración y respeto hacia ellas, dice.

Porque a pesar de que el candombe ha tenido un papel significativo en la idiosincrasia uruguaya en los 200 años pasados (fue incluso proclamado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 2009) el toque de sus tambores ha tenido, históricamente, predominancia masculina.

El lugar de la mujer era generalmente bailar. Y lo sigue siendo. Años atrás cuando veías una chica tocando el tambor era notorio, comenta Andrea Bastianini, integrante de La Melaza desde 2008.

Ese año enfrentaron uno de los grandes desafíos de su historia: participar del desfile de llamadas que cada año se hace en la capital uruguaya como parte del Carnaval. La agrupación se convirtió en la primera cuerda de tambores femenina en concursar en un ambiente dominado por hombres.

Las comparsas de hombres aceptan mucho más a las mujeres ahora y me parece que La Melaza fue parte de ese proceso, dice Claudia Martínez, descendiente afroamericana que también participa.

Como ya es tradición, La Melaza participó ayer en la manifestación del Día Internacional de la Mujer, vestidas de blanco, violeta y rojo. Y con el ritmo que las caracteriza, que más que fuerza, es un diálogo armónico entre los tambores.